Empecemos con una confesión. Hablar de Joker’s Daughter es consecuencia directa de haber visto ayer la última entrega de las aventuras de Delpy, Hawke y Linklater. No porqué en Before Midnight hagan alusiones a Danger Mouse -no las hay-, sino porqué el origen griego de Helena Costas es la excusa perfecta para hablar de este proyecto liderado por ambos, que arrancó su periplo musical en 2009, cuando editaron The Last Laugh. Por ARTHUR VANDELAY
- En «Hoy Recuperamos» volvemos la vista atrás para hablar de los dos trabajos publicados hasta la fecha por Joker’s Daughter
- El proyecto colaborativo entre Helena Costas y Danger Mouse ha dado hasta la fecha dos álbumes de estudio
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Aquella sería la primera de las dos referencias publicadas hasta el momento, ya que en 2011 llegaría su segunda publicación, My Cause Side Effects. Británica con raíces griegas y chipriotas, Helena Costas estudió en su infancia violín y guitarra, empezando su carrera profesional ya en Londres, donde estudió producción musical de manera más o menos intensa.
Sus primeras colaboraciones con Danger Mouse llegaron en 2003, cuando entran en contacto después de que ella le enviase sus demos caseras, primera aproximación que les llevaría a publicar aquel notable primer álbum en Team Love Records, contando con la colaboración adicional de Scott Spillane, de Neutre Milk Hotel, además de Daniele Luppi.
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Del envío de aquellas grabaciones caseras salió una correspondencia transoceánica que dio paso a varias colaboraciones esporádicas, hasta que decidieron darle forma al proyecto de manera más o menos definitiva casi seis años después de su primer contacto.
Entre el folk, lo experimental y lo psicodélico, lo último hasta la fecha aparecido como Joker’s Daughter apareció entonces, haciendo gala de una dualidad también destacada por la propia Helena en las notas de producción de su primer álbum, en un trabajo que no escapa a una cuidadísima instrumentalización, amparada en las notables virtudes de su protagonista principal. Costas, de hecho, sabe tocar instrumentos tradicionales de la antigua Grecia, como el Bouzouki.
Con todo, su primera colaboración oficial sirvió para tejer un más que interesante debut colaborativo, al que habría que esperar casi dos años para darle continuidad
Para su segundo álbum, los responsables de Joker’s Daughter optaron por cambios significativos a nivel narrativo, incluyendo guiños a aspectos mitológicos y folkloricos, manteniendo cierto tono oscuro y lo que ellos definían com una «strange fascination with Commodore 64 games and UFOs«, toda una declaración de principios que reforzó sus prestaciones respecto a su trabajo original, ampliando la influencia helénica gracias a la utilizaciónd el citado bouzouki