El pasado mes de Junio pudimos reencontrarnos con el mejor Kevin Smith. El cineasta de Nueva Jersey salía así del pozo creativo en el que andaba metido desde hacía demasiados años, en un cambio estilístico (también temático) que nos recupera a un cineasta ligado históricamente al cine más independiente norteamericano, perdido en sí mismo a través de varias películas de insatisfactorios resultados y recuperado para la causa ahora con un film arriesgado y valiente con el que ha plantado cara a los sectores más conservadores de Estados Unidos. Repasamos su carrera al tiempo que seleccionamos algunos de los temas musicales que ha utilizado para acompañar a sus filmes. Por RUBÉN IZQUIERDO

  • Repasamos la carrera del cineasta de Jersey, desde su celebrada trilogía iniciática a sus filmes más discretos, para acabar con la ascendente Red State, con la que parece haber recuperado su mejor pulso
  • Siempre atento a la selección musical de sus temas, recuperamos a su vez algunas de las canciones que han acompañado a los personajes icónicos de su particular universo…
  • … en una selección que, como su cine, ha pasado por diferentes estados de ánimo

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Digamos que me inicié en materia Kevin Smith en el momento justo. Clerks era ya un mito dentro del incipiente mercado de VHS cuando un buen amigo del instituto me la dejó. «Tienes que verla«, me dijo, y lo cierto es que tardé en hacerle caso. La experiencia de ver aquella cinta de VHS mal grabada -copia de una copia de una copia de una copia- tuvo mucho de iniciático para mi, dándole una pátina aún más underground del espíritu ya de por sí indie que tuvo aquel primer Smith a una comedia rompedora que hizo de Smith la gran esperanza de la nueva comedia americana, con unos personajes con carácter, una acertada fotografía en blanco y negro y un libreto para el recuerdo. Como carta de presentación, resultó inmejorable. Temas de Bad Religion o The Jesus Lizard acompañaron a la primera aventura cinematográfica del de Jersey, que empezó a cultivar buenas críticas en el circuito más underground con su primera propuesta. Los tiempos de la debacle quedaban lejos.

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Para cuando estrenó Mallrats yo ya era un smithófilo convencido, así que no atendí a las (malas) críticas que tuvo en su momento y disfruté de las aventuras del bueno de Brodie y los inefables Jay y Silent Bob en Canal+, en aquellos lejanos tiempos en los que los estrenos eran codificados y el codificador y su pequeña llave blanca abría las puertas a un nuevo mundo.

En su momento me enfadaron mucho las críticas hacia Mallrats e hice de Brodie un ídolo de una adolescencia no muy movida que, como el protagonista del film, quería plantar cara a eso de hacerse mayor a golpe de cómic y videoconsola, Super Nintendo mediante. Y es posible que Mallrats no haya envejecido del todo bien, y que algunos de sus chistes de sal gruesa han perdido efecto con el paso de los años, por más que el personaje de Jason Lee siga mereciendo mis respetos y haga de pre-Earl a todos los efectos: todo el universo de Mi Nombre Es Earl es deudor del segundo film de Smith y de la vinculación de Lee al primer Smith cinematográfico, el que perpetró su añorada Trilogía de Jersey. Más allá de las canciones escogidas en la lista Spotify, el tema que más brilló en su momento fue el Susanne de Weezer con el que se cerraba el film.

Jason Lee, protagonista absoluto de Mallrats

Persiguiendo a Amy fue considerada en su momento como la película más madura del bueno de Smith, una consideración que aún mantiene y que nos mostró todo lo que su cine pudo haber sido de haber tomado las direcciones correctas en el momento de afrontar cada nueva producción. La película, aquella historia de amor imposible entre dos jóvenes valores del cómic, encarnados por Ben Affleck y Joey L. Adams sorprendió por un discurso más agrío que el de sus antecesores, aún manteniendo parte del gamberrismo de las dos anteriores –Clerks será siempre recordada por el brillante monólogo sobre los trabajadores de La Estrella de la Muerte, mientras que Mallrats nos sigue provocando alguna sonrisa con las alusiones al poder Jedi de Silent Bob– que nos demostró la existencia de otro Smith, más sensible, capaz de armar un discurso propio más allá de sus dos personajes más icónicos.

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A Jay y Silent Bob les cedió un protagonismo total (y excesivo) en la fallida Jay & Silent Bob Contraatacan, la película que dirigió en 2001, dos años después de Dogma y en un momento en el que su filmografía comenza a dar señales de agotamiento. Porqué mientras Dogma funcionó relativamente bien como lo que pretendía ser -una comedia sin pretesiones, con decisiones acertadas como las del rol otorgado a Alanis Morissette, con algún arrebato místico que le costó su primer enfrentamiento con los sectores más conservadores del establishment USA- Jay & Silent Bob apenás dejó nada remarcable a su paso. La presencia de Alanis habilitó la inclusión de Still en la banda sonora del film, que ahora rescatamos en una actuación en directo.

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Aquella decepcionante experiencia hizo creer a muchos que los (relativamente) gloriosos tiempos de la Trilogía de New Jersey habían quedado atrás, sensación que se acrecentó con la horrenda -y ésta no hay por donde salvarla- Una Chica de Jersey, un desastre cinematográfico en el que por la entonces pareja de moda Ben Affleck y Jennifer López compartían escenario con la pobre Liv Tyler, quien se vio enfrascada en una historia que nunca llegó a funcionar y que certificó el paréntesis de Smith como enfant terrible de la comedia indie norteamericana.

Ben Affleck y Liv Tyler, en Una Chica de Jersey

Quizá pretendiendo volver a sus orígenes, Smith reclutó a casi todo el plantel original de Clerks en Clerks II, continuación de su film más celebrado (con alguna incorporación de lujo, como Rosario Dawson), en una comedia simpática que luchó sobre todo frente a dos dragones.

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El primero, el paso del tiempo y la poca evolución de los personajes, que dejó un regusto amargo en todos los que disfrutamos de Clerks en el momento de su estreno, y el segundo la aparición de la dinastía Apatow como gran dominadora de la nueva comedia americana, responsable de una nueva forma de hacer y entender comedia en la que los personajes de Smith quedaban desdibujados. Más disfrutable como ejercicio nostálgico que como comedia independiente en sí (los Dante, Silent Bob y compañía son personajes casi de la familia y no nos queda otra que perdonarles estos deslices), Clerks II nos borró las malas sensaciones que las últimas películas de Smith nos había dejado, aunque no logró devolverns al feliz estado vital de Persiguiendo a Amy.

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Algo que tampoco haría ¿Hacemos Una Porno?, comedia menos gruesa de lo sugerido por su título con la que mantuvo el tipo, algo que no podemos decir de la más bien floja Vaya Par De Polis que vino después, película que marcó un antes y un después en la relación de Smith con la industria, y que llevaría al reto de Red State, la película más rompedora (también la más atrevida) de las planteadas por Smith hasta la fecha.

Con un realismo sucio low cost, su primera aproximación (relativa) al cine de terror nos recupera su vertiente más underground, en un momento en el que su estrella indie se había apagado del todo, hasta el punto de ser considerado como tal desde hace unos cuantos años.