Hace poco, concretamente en los conciertos matutinos planteados para el Primavera Sound, comentaba junto al amigo con el que me acerqué para disfrutar del concierto de The Babies lo agradables que son los conciertos matinales en verano, como si el sol, el cielo despejado y todo lo demás contribuyera a ofrecer segundas lecturas a nuestros discos favoritos. Algo de eso hubo ayer en el concierto de La Bien Querida celebrado en la mañana de ayer. Crónica y fotos de RUBEN IZQUIERDO
Una extraña (y poética) capa de niebla cubría ayer el litoral barcelonés, bañando de nostalgia el horizonte de una mañana, al fin, de verano. En cierto modo, esa precisa combinación de luz y nostalgia encajaba bien con la discografía de La Bien Querida, invitados ayer a formar parte del Aperol Spritz Sound ante el mercado de La Barceloneta, ciclo de conciertos matutinos que arrancó en Barcelona hace ahora algunas semanas, y que ha traído hasta la fecha a Sidonie y Jero Romero.
No decimos nada nuevo si explicamos que Ceremonia, el fantástico tercer disco de estudio de La Bien Querida, sufre en acústico al perderse algunas de las muchas capas sonoras que hacen de él una de sus propuestas más atrevidas, guinda a una línea evolutiva que viene de lejos y que no conoce hasta el momento altibajos significativos. Quizá por ello Ana y David afrontaron el concierto acústico celebrado ayer ante el Mercado de la Barceloneta como algo diferente, dándole a la cita matinal un punto diferencial que acabó por darle al concierto mucho de retrospectivo, ofreciendo canciones de los tres álbumes publicados hasta la fecha: el iniciático Romancero (2009), el reivindicable Fiesta (2011) y el espléndido Ceremonia (2013), álbum que les ha permitido realizar un fantástico doblete (Primavera Sound – Sónar) recientemente culminado, en una suerte de ejercicio recopilatorio planteado con dos guitarras (y algunas bases pregrabadas) que hicieron del concierto una velada jornada matutina con la que recordar algunos de sus temas más celebrados.
Así las cosas, y ante un sol de justicia, la jornada arrancó con Arenas movedizas, del último álbum, y Bendita, del primero. Y la relectura de las canciones de Ceremonia, asumido el nuevo sonido, funcionó a la perfección, fundiéndose con las propuestas de sus dos anteriores álbumes, cuya reconversión al formato acústico se daba asumida de entrada, confiriendo al asunto cierto aire de tríptico musical plenamente engrasado. A veces ni eso y Carnaval, dos de los mejores temas de Ceremonia, anticiparon a Hoy, de Fiesta, y Hechicera. Y es que Ceremonia tomó el protagonismo del primer tramo del concierto, dejando paso a continuación a algunos de los temas más reconocibles de los dos primeros LP’s de La Bien. Fue el caso de Corpus Christi, del primer álbum -que bien sonó, soberbio tema recuperado-, y en El hemisferio austral.
Sumidos ya en la agradable nostalgia que algunas de las letras del setlist confirieron al asunto, Piensa como yo y, sobre todo, La veleta, sirvieron para profundizar esas sensaciones, que alcanzaron uno de sus puntos culminantes con el tema recuperado de la colaboración planteada con Los Planetas para Opera Egipcia.
Los Picos de Europa recuperó el repertorio del último álbum, para volver a Romancero con uno de sus primeros grandes hits: 96.6. Y así, con una sonrisa en los labios, llegamos ya al final del concierto. Sentido común, de nuevo de Fiesta, y De momento abril, de Romancero, sirvieron para cerrar el concierto, con Queridos tamarindos en los bises a modo de clausura.
Bonito, precioso concierto-recopilatorio que no hace más que subrayar el estado de gracia de La Bien Querida, esta vez en formato dúo y acústico que sirvió para darle una nueva doble vida a un repertorio robusto, hábilmente seleccionado, de los más completos que podemos disfrutar ahora mismo en nuestro país, un mérito enorme, para nada exagerado, plasmado en tres discos imprescindibles.