Erika M. Anderson, EMA, llegó al Primavera Club como una de las grandes tapadas del Festival a pesar de una buen merecida fama y con uno de los mejores álbumes de debut de la temporada. Y en Barcelona se fue como relativa artista por descubrir,ya que su concierto quedó solapado con el de Fleet Foxes, lo que impidió el llenazo que Past Life Martyred Saints seguramente merecía.
La norteamericana se ha convertido, especialmente para la crítica, en uno de los mejores nuevos nombres del curso gracias a un disco de deliberada tendencia lo-fi y que tiene en Marked, su último videoclip, su mejor exponente. Ex-miembro de Gowns, banda de culto que compartía con su también ex-pareja Ezra Buchla, EMA ha facturado un disco íntimo, trufado de aspectos autobiográficos que le confieren al disco una pátina especial, con un halo de tristeza nada disimulado en el que las experiencias cercanas a la muerte se dan la mano con otras prácticas autodestructivas con las que Erika pone a prueba a la audiencia sin falsas concesiones.
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La exigencia a la que la autora de Marked somete a la audiencia se traslada también a sus videoclips. Así, Milkman es una delicia retro-audivisual, un collage pulp por momentos claustrofóbico aunque en el fondo adictivo, mientras que California desprende una profunda carga de frustración acumulada que reinciden en lo apuntado. Es quizá California donde Anderson se explaya más en la exposición de las penas propias, una larga queja sobre la lacra del racismo, las drogas, la muerte como elemento inherente a una California menos soleada que en los tópicos y ahogada por los dramas propios de un submundo del que parece no poder (o tal vez querer) huir. «Fuck California«, se arranca para seguir con explícito «you made me boring» del que ya no saldrá a lo largo de todo el temazo, dejando perlas como «I’m just 22, I don’t mind dying» o el largo, casi insoportable, tramo final remachado con el «carring the gun» con el que cierra el que es probablemente su mejor tema, y uno de los más crudos y secos de toda la temporada musical que ahora acaba.
Hay en el disco de EMA, oscuro y de digestión lenta, algo de Zola Jesus -de la que tenemos pendiente la reseña de su último trabajo- o de una Patti Smith iniciática, en el que la crudeza se extiende más allá de California -ahí está Butterfly Knife al final del disco para acabar de redimirnos a través del dolor de Anderson- y que nos permite intuir una carrera en solitario más que sugerente para la antigua vocalista de Gowns.
Erika, que huye de los tópicos y del reconocimiento inmediato -«no quiero ser trendie«, dijo en una reciente entrevista al Chicago’s Tribune, argumentando que «lo trend viene y va«, algo en lo que no quiere caer-, se aleja de los tópicos en debut planetado como un reto permanente hacia el oyente, un viaje incómodo, no apto para pudorosos de lo autobiográfico ni para los que se sitúan en las antípodas de los sonidos densos. En ese terreno ha situado su primer aventura en solitario. Como carta de presentación, puñetazo en la mesa para empezar, resulta irreprochable. A. VANDELAY
yo pude verla y estuvo muy bien. Y California es una de las canciones del año, muy Zola Jesus