Jason Reitman acudió a Kimya Dawson, el 50% femenino de The Moldy Peaches, para configurar  la banda sonora de su celebrada Juno. Aquella colaboración, además de volver a situar a Dawson en el primer plano mediático después de un relativo retiro al underground neoyorquino -donde en realidad no dejó nunca de trabajar- sirvió para resituar en el imaginario colectivo a algunos de los temas más celebrados del dúo. Ahora, establecida ya en el panteón de las musas indies, vuelve con Kimya Dawson & Friends, su último trabajo. Por ART VANDELAY.

  • Jason Reitman devolvió a Kimya Dawson al primer plano gracias a Juno
  • La exmiembro de The Moldy Peaches ha trabajado estos últimos años dentro del movimiento antifolk
  • Su regreso en solitario queda marcado por Walk like thunder, el tema de su vida

Kimya Dawson, durante una actuación en Nueva York // www.kimyadawson.com

Dawson y su parteneire, Adam Green, compusieron y grabaron sus mejores temas en una de las habitaciones de su casa y facturaron a principios de la pasada década algunas de las piezas indie más recordadas de entonces, como Jorge Regula o Anyone else but you, dos de las canciones que Reitman -nuevamente noticia por el reciente estreno de Young Adult– seleccionó para el film que convirtió a Ellen Page en la estrella que es hoy en día. La versión que el adorable tandem Michael Cera/Ellen Page volvió a poner los temas de Green y Dawson de máxima actualidad, y la neoyorquina lo ha aprovechado para relanzar una carrera que no ha parado de crear nuevas composiciones desde entonces.

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Y es que además de Page o de Diablo Cody -quien por el camino también ha cometido disparates como Jennifer’s Body-, Dawson fue otra de las personas que mejor partido sacó del éxito de Juno y no ha parado de producir música desde entonces. Poco después del lanzamiento del film lanzó el álbum para niños Alphabutt (2008) y regresó a la senda del antifolk, del que Green es poco menos que una leyenda en Nueva York, para enrolarse en The Bundles, superbanda consagrada al antifolk que publicó en 2010 un disco homónimo con el que plasmó su legado, un pequeño all stars formado por varios de los nombres clave del antifolk norteamericano, en el que figuraban, además de la propia Kimya Dawson, nuestro adorado Jeffrey Lewis, acompañado de algunos de sus músicos habituales como Jack Lewis o Anders Griffen.

Cartel original de Jeffrey Lewis // JEFF LEWIS

La cantante de Newark retoma ahora con Thunder Thights su carrera en solitario, retomando el hilo de  aquel Remember That I Love You editado en 2006 que actuó como antesala de la trilogía más o menos infantil que facturó después de su lanzamiento, integrada por My Cute Fiend Sweet Princess, Knock-Knock Who y Alphabutt, y exhibe un fenomenal estado de forma que le sirve, prácticamente, para homenajearse a sí misma a través de un tour deforce emocional en el que la alternanza de estilos, de la casi nana Year 10 a Zero Or a Zillion , enérgico trabajo con el que coquetea con el rap, hasta desembocar en The library, puede que el mejor single de su nuevo trabajo sin contar con el tema de su vida, Walk like thunder.

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El tema definitivo de Kimya Dawson
Y es que quizá sea exagerar las cosas, pero la suma de emociones que destilan en Walk like thunder hacen de este monumental tema de más de diez minutos la canción definitiva de Kimya Dawson, la consagración de su particular modo de vivir y expresar la música y el tema que la define como artista y autora, pero también como persona.

El tema desgrana a lo largo de diez minutos aspectos biográficos de la propia Dawson para formar un corte adictivo en el que muestra su esencia como pocas antes había realizado hasta entonces, configurándose de largo como el tema que hará de Thunder Thighs digno de ser recordado. La trascendencia del disco, la de toda la carrera de Dawson, reposa en diez de los minutos más deliberadamente emocionantes de su creación artística

«I walked all by myself and / I walked with the Moldy Peaches / I walked all over the world so / I could sing my songs to you» nos canta plasmando su esencia misma antes de recoger algunos episodios de su propia existencia dolorosos -la súbita muerte de un amigo, el doloroso trago de ver a otro ser querido luchando contra el cáncer, sus propios miedos, todo está ahí- que nos abruma y emociona hasta niveles rara vez vistos.

Es probable que uno de los grandes logros del tema sea precisamente ese, el abocarnos de lleno a la vida adulta a través de los miedos de Dawson, un contraste claro con los temas luminosos de sus discos infantiles que nos devuelve el a situar ante el terror cotidiano, la muerte de seres queridos a edades tempranas, el doloroso trago de la enfermedad incurable de aquellos a los que queremos.

Decía Nick Hornby a propósito de Suicide que «es importante que de vez en cuando, incluso con frecuencia, nos depriman unos libros, nos desafía una película, nos choque una pinta, quizá incluso nos perturbe una música«, para interrogarse si es necesario que todas esas cosas nos suecdan a la vez. Dawson nos lleva ahí, territorios dolorosos a los que conviene acudir de mucho en mucho. En nombre de la obra de arte que termina por ser el tema, le perdonamos el dolor. Nos entregamos a él, en realidad.

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Walk like thunder, Kimya Dawson