Si lo que te gusta es bailar con New Order y tener momentos oníricos con My Bloody Valentine, entonces vas por la dirección correcta para que te encante este álbum. La banda de Los Angeles liderada por el vocalista y compositor Mike Lee son hijos de sonidos pasados, pero llevados a nuestro tiempo. Por SERGIO VERDIELL
La estructura musical es similar todo el álbum y las capas de sonido no varían: incluso los ecos de las voces que empapan las canciones llevan la misma fórmula que podría llevarles a un éxito comercial. Es el álbum más estable de todos que han sacado hasta ahora sin lugar a dudas
Según comenta Mike Lee, el momento que empezó a componer el álbum fue una etapa de su vida muy concreta en la que todo se le empezó a desmoronar, y en cambio también fue un bálsamo escribir las letras de las canciones para ayududarle a sanar sus heridas. Puede decirse que fue un complemento perfecto para sacar a relucir el talento.
No es una exageración decir que tienen una infinidad de influencias de todo tipo. Las más reconocibles o destacables son la música indie y el electropop. En cambio, si estas familiarizado con la música de los años 80’s es posible que les veas trazas muy leves de bandas como Joy Division en algunos de los temas, como el comienzo de Details of my world, donde el bajo que suena es muy representativo a la banda del malogrado Ian Curtis. Se nota la afinidad de Mike Lee por bandas synth de principio de los 80’s, pero para los que crean que son una banda de homenajes están equivocados, ellos tratan de forjar su estilo e identidad, el problema es que tienen más de uno y eso muchas veces puede llegar a ser un lastre para una banda donde a menudo las canciones se convierten en una mezcla de sonidos que luchan por la supremacía de sus influencias.
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El álbum precede de un EP titulado Paper Cruh del año 2011, que bien podría ser la versión Beta del Untogether aquí tratado, y del que dejamos uno de sus videoclips. En cambio, el nuevo trabajo suena mucho más electrónico que todo lo anteriormente hecho por ellos. A pesar de tener las estructuras básicas de canciones rock, ellos navegan por mares de melodías dulces y suaves, sin dejar en ningún momento los teclados. Me atrevería a decir que el álbum es mucho más que una evolución de sonidos de nuestro tiempo.
El álbum comienza de la mejor manera posible con el tema Visions: suena una guitarra que al poco de escucharla se reencuentra con un teclado para lanzarse a una niebla densa de sonidos mientras Mike Lee susurra el micrófono -me fascina cómo las letras están presentes, y aún así mantienen una estructura en la distancia-. Es una táctica frecuente y usual por grupos indies o shoegazers, pero son los elementos básicos para mezclar géneros como si fueran irrelevantes. Y termina el álbum de la misma forma que empezó, fascinándome especialmente el último tema On your mark una balada de guitarra y voz, sin complementos electrónicos.
Sí, la estructura musical es similar todo el álbum, y las capas de sonido no varían, incluso los ecos de las voces que empapan las canciones llevan la misma fórmula que podría llevarles a un éxito comercial. Es el álbum más estable de todos que han sacado hasta ahora sin lugar a dudas.
Esta capacidad de atraer es lo que hace increíble un disco poco conocido y lo genial de la música es que, aunque haga bastante que se haya ido el verano y comiencen las cosas más íntimas como sentarse y ver las hojas al caer en invierno, te puedes encontrar con regresos tan fuera de temporada como este álbum: es un complemente perfecto para escuchar en un día de playa cálido con una puesta de sol.
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