De un tiempo a esta parte, la fórmula dúo va ganando peso dentro de la escena indie. Summer Camp son el último exponente de una variante que ha dejado hasta la fecha buenos réditos -ahí están Tennis, Matt & Kim, She & Him, etc- y que tiene en los británicos su vertiente más ochentero.
A estas alturas es ya sabido que Summer Camp empezó casi como una broma. Elizabeth Sankey y Jeremy Warmsley colgaron en su Myspace una versión de I online have eyers for you, haciéndose pasar por un grupo sueco, país que les vino por defecto a la hora de configurar la página-, logrando un eco inmediato en blogs especializados como Transparent o Gorilla vs Bear, lo que les abrió las puertas de par en par de la escena indie hasta la grabación de su EP, con mezclas de Ash Workman.
Hay en su primer LP, Welcome to Condale, un evidente guiño a los ochenta, visible en Last american virgin, film de pseudoculto dentro del terror teen de la época, y 1988, corte con el que se cierra el disco. El disco es, en realidad, la continuación natural de Young EP (Moshi, Moshi, 2010), el trabajo con el que llamaron la atención el pasado curso y que les dejó como reto pasar la prueba del hype. Welcome to Condale es su pasaporte a la confirmación, algo que los directos que ofrecieron este verano empezó a dejar evidente y que se ha confirmado ahora con esta oda al synth pop del que salen bien parados con un trabajo que apuntala lo intuido en Round the moon y Veronica Sawyer, los cortes más reconocibles de aquel su primer trabajo, en temas como el homónimo Welcome to Condale o I want you, candidato a nuevo hit del dueto británico.
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Con referencias reconocidas como Cocteau Twins o Japan, las referencias a los ochenta van más allá de la música y aparecen de manera constante en la propia iconografia de la banda. Su Myspace, de hecho, está trufado de fotografías vintage coleccionadas por Elizabeth, lo que contribuye a darle al grupo una marca propia muy reconocible, con la nostalgia propia de quien reivindica una década tan reconocible por su música y estética (que cada diga si para bien o para mal), de la que podemos disfrutar aquí. Y en esa misma línea parecen haber apostado para sus primeros videoclips, por más que Better of without you haya quedado algo setentero y nos contradiga un poco.
Para su primer largo, sorprende la ausencia de los pilares en los que apoyó el EP. Ausentes los citados hits, Ghost train sí se ha salvado de la quema, actuando como vínculo entre dos trabajos donde la evolución, evidente en el sonido, evita la ruptura aún acentuándose la incidencia electrónica en temas como Summer camp o la ya citada, y muy festiva, 1988. R. IZQUIERDO