Hacía demasiado tiempo que Los Punsetes no se dejaban ver por Barcelona, y la espera se ha hecho larga. Ha habido que aguardar al alumbramiento del cuarto trabajo de la banda para verles de nuevo en una capital catalana a la que también “le gusta que le peguen; sentirse importante”. El single de LPIV, Me gusta que me pegues, es solo la punta del iceberg de un disco trufado de melodías y letras tan pegadizas que generan síndrome de abstinencia. Por suerte para todos, la espera habrá merecido la pena.
Y es que el característico sello ‘masoca’, pasivo-agresivo e irónico del grupo madrileño está presente a lo largo de todo un disco que no es sino la evolución natural del sonido Punsetes, que se inició en el 2008 con Fondo de armario y Queridoalberto, fraguó en 2010 con Tus amigos, De moda y Dinero y se consolidó en 2012 con el LP Una montaña es una montaña, un trabajo que logró el objetivo de construir un discurso ligado y completo.
Con LPIV, Los Punsetes vuelven al origen; a la construcción de píldoras pop que tienen un sentido por sí mismas. Así lo demuestran los cuatro primeros cortes del disco: cuatro chispazos; cuatro soplos de aire fresco que funcionan como reconstrucción parcial del trabajo. Cualquiera de estos temas valdría para poner una sala patas arriba, y con ellos Los Punsetes ya acumulan una decena de himnos casi generacionales. La segunda parte de LPIV la conforman los cinco cortes que funcionan tan bien por separado como en conjunto, al igual que sus predecesores, aunque en este trabajo, y tal y como nos reconoció Anntona, la idea es volver a la senda de hacer canciones independientes entre sí que funcionen por sí solas, sin el sentido de conjunto que sí tenía Una montaña es una montaña. Lo cierto es que ambas fórmulas funcionan tan a la perfección como la receta de la droga de Walter White.
Barcelona asistirá el próximo sábado 13 a una explosión de rabia contenida que se ha ido acumulando durante el tiempo en que Los Punsetes no se han dejado ver por aquí. En la Ciudad Condal añoran las guitarras irreverentes de J y Anntona, así como las formas hieráticas de Ariadna, recitando letras a modo de guantazos masoquistas para modernos. Los Punsetes son especiales porque difícilmente generan indiferencia. O les amas, o les odias. ¿Y acaso no es eso sinónimo de ser auténtico? El sábado 13, la sala Music Hall será el marco en que Los Punsetes podrán ejecutar de nuevo su ejercicio nihilista, en beneficio de unos barceloneses ávidos de ser ahostiados a golpe de estribillo.
- Texto: Cristian Naranjo
- Fotografías: CANADÁ EDITORIAL
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