No tuve la oportunidad de ver los MTV Video Music Awards, aunque todas las noticias derivadas del disco compartido entre Miley Cyrus y Wayne Coyne de The Flaming Lips comparten el veredicto sobre el empacho derivado de la sobreexposición de la exestrella de Disney a su paso por la gala –los años que sí vi la gal tampoco me pareció un desecho de virtudes ni destacaron por el ingenio de los guionistas que facturaron el asunto, aunque esa es otra historia-, lo que por otra parte tampoco le ha venido mal a la buena de Cyrus para remachar la presentación de este curioso disco, descrito en algunas crónicas como su salto a la música independiente y que llega con la particularidad de aparecer compartido de manera gratuita en streaming, subrayando así su apariencia de rareza de estudio dentro de su trayectoria profesional.
Lo primero en lo que piensas cuando lees el titular es en el ejercicio que ya llevó puso en práctica Lady Gaga al presentar disco con el crooner Tony Bennet, fórmula que en el caso de Cyrus tiene como coprotagonista a alguien tan admirado en la escena independiente como Wayne Coine. Y es que el disco parece ser fruto de la fascinación que Miley Cyrus siente por un encantado Coyne, presentando aquí seguramente su trabajo más inusual, un LP que se explica desde la amistad que el líder de The Flaming Lips ha cultivado con la artista que se diera a conocer como Hanna Montana y en el que la mano de Coyne se nota en varios pasajes. Miley Cirs and Her Dead Petz se presenta así como una rareza en la trayectoria de ambos, un disco que presenta una nómina de colaboradores cuanto menos destacada –Ariel Pink ha colaborado aquí-, lo suficientemente sólida como para trascender al mero divertimento interno entre los dos autores.
El resultado es un trabajo de 23 temas en el que ambos mimetizan el mecanismo de lanzamiento aplicado por Wilco hace algunas semanas –y ojo, por muchísimas bandas para las que compartir su trabajo en streaming forma parte de su día a día, sin que eso se convierta en noticia ni acapare titulares- concebido con varias diferencias respecto a su discografía habitual, algo que alcanza tanto el precio de producción -50.000 dólares- como el sello con el que aparece, aparcando aquí su relación con RCA para presentarlo de la mano de Lovely Sorts Of Death.
El resultado, quitando el primer corte y el vídeo de presentación para ‘Doooo it’ sí que se aleja de lo que viene realizando habitualmente, por más que el resultado no sea nada espectacular, más allá del mérito de verla lidiando en plazas algo distintas a las habituales. Texto: A. VANDELAY. Fotografía: MTV