Hace unos meses tuvimos la suerte de hablar con Cristi, alias Mutabase. Una charla de la que hoy recuperamos esta entrevista, trasladando aquí su universo musical y conceptual, del que ha ido dejando varios conciertos tanto en España como en el Reino Unido, protagonizando en recientes fechas diferentes conciertos en Inglaterra, como el celebrado hace poco en Manchester. «De pequeña me ponían películas, que me daban un poco igual porque los personajes solían ser aburridos«, nos contó antes de la entrevista, cuando le pedimos contextualizar su sonido. «Me fijaba en las bandas sonoras, y en el radiocassette de juguete que tenía jugaba a hacer las mías propias»
Desarrollando ya entonces un intenso proceso creativo -«poniendo celo en las cavidades cuadradas de los cutre-cuentos infantiles, para tontos, me sampleaba cosas de la radio«, añade antes de ampliarnos sus primeros pasos en e sonido que ha terminado por desarrollar entrada ya en la vida adulta. «Con los micros de las web cam, una guitarra, un Casio y un programa que se llamaba TU2 de Tunafish empecé a producir mis canciones a los 14 años. Tocaba todo lo que sonaba, pero casi nadie se lo creía, al menos al 100%. No podía grabar baterías… ¡de momento! Los medios fueron viniendo poco a poco«, completa sobre ese proceso creativo, que culminará este otoo con la salida de nuevo material.
Recuperamos parte de la entrevista que nos concedió, para saber más del proyecto musical Mutabase puedes visitar además su interesante página web.
TEXTO: R. IZQUIERDO | FOTOGRAFÍAS CEDIDAS POR MUTABASE
Hola Cristi, muchas gracias por atendernos. Me gustaría saber si puedes definirnos el proyecto para empezar: ¿qué es Mutabase y cuándo surge?
Mutabase es la combinación de un antidepresivo tricíclico con un antipsicótico que ya no se comercia. Además, los Mutabase somos los sujetos que adoptamos la permanente mutación genética como base de supervivencia. También es el reflejo de quién soy, así que no sabría ponerle fecha. Año luz arriba, año luz abajo…
Nos cuentas que de pequeña te fijabas mucho en las bandas sonoras de las películas que te ponían y en el radiocasete de juguete que tenías. ¿Cuáles fueron las primeras referencias que te engancharon? ¿Cómo ordenamos tu “educación musical”?
La primera vez que dije “sí, ellos me entienden” fue viendo el programa infantil “Cyberclub” todas las mañanas, en Telemadrid. Una cyber- alienígena que venía de otro planeta, cargada de psicodelia ravera, para descontaminar la Tierra me llegó al alma. Luego supe que lo que sonaba era Rez, de Underworld, así que me compré sus discos. También hubo un antes y un después con “Matrix” y su banda sonora. La de “Full Monty”, “Trainspotting”… Mi radiocassette tenía un micrófono y cantaba y grababa sobre cosas que sampleaba de la radio. Y en la cadena de mis abuelos, de cinta a cinta, grababa pedazos de canciones con las cintas de mi tío, haciendo frases que me hacían gracia “He visto una… (M-clan) mierda más gorda… (Extremoduro) ¿Qué se le va a hacer?… (Mecano)” Tenía no más de 8 años.
Con 14 años empiezas a producir tus primeras canciones, con un equipo muy casero. ¿En qué consistía tu estudio? ¿De qué iban aquellas primeras canciones? ¿Te has visto tentada a reinterpretar aquellas primeras canciones?
Uy, pues consistía en un PC con un ventilador escandalosísimo, una web cam con micro integrado, un casio y una guitarra eléctrica… el TU2 de tunafish, y el music maker. Y los cascos del mp3. Y sonaba que te mueres. Claro que sigo reciclando cosas, siempre. Recicla o rebota. Estaba muy influenciada entonces por el electroclash, aunque quería copiar a Garbage y a the Prodigy. Lo que sí intentaba era buscar el sonido que estaba escondido. Encontrarlo y desgarrarlo… ¡Rasssss! Aunque mi gran pena era no poder grabar baterías acústicas.
Me comentaste también que te rapaste la cabeza en el instituto. No sé si la música te ayudó a sentirte menos desubicada: yo por ejemplo empecé a escribrir cuando me aburría en el instituto en clases de matemáticas que ni entendía ni me motivaban. Musicalmente, ¿qué te aportó toda aquella época de investigación? Lo digo también relacionándolo con lo que hiciste mucha música cuando te deprimiste.
La música no me ayuda a sentirme desubicada, porque para mí es como estornudar. Es algo que sale porque tiene que salir y punto. Todo el trabajo que hay detrás sale y punto, sin esfuerzo, esfuerzo era aguantar la agonía del instituto. Lo que sí me ubica es expresarme. La provocación y el exhibicionismo siempre me han fascinado. Romper esquemas me resulta pornográfico.
Hiciste muchas canciones que no enviaste a nadie. Visibilizar el proyecto, ¿supuso un acto de ruptura en tu creación artística? (es decir, saber que lo escucharía alguien más, ¿condicionó el relato?
No, para nada. Mi música sale sola y quien tiene que flipar soy yo. No la hago pensando en nadie, aunque disfrute muchísimo compartiéndola.
Actualmente vives en Manchester, donde estudias producción musical. Imagino que es algo chocante para alguien que siempre ha sido autodidacta. Trabajar bajo nuevas estructuras, ¿ha hecho variar el modo con el que ves tu música o canciones?
He tenido que aprender a poner nombre a las cosas que llevaba años haciendo. En cuanto al mecanismo de expulsión no ha variado, lo que sí ha variado es mi percepción de la calidad. Es decir, estoy trabajando con equipo muy bueno ahora, y “sonar bien” en un contexto técnico me resulta increíblemente sencillo. Antes me desesperaba por no lograr que mis canciones sonaran como las de Massive Attack, ahora entiendo por qué… Y me alegro de tener que haberme roto la cabeza para lograr un buen sonido con un equipo chatarrero, porque ahora si me rompo la cabeza con el equipo del que dispongo en la universidad consigo un viaje sonoro mutasónico que me deja flash total. Aunque confieso que me escaqueo mucho de las clases.
Este otoño sacarás nuevo material, un trabajo autoproducico y autoeditado, que contendrá un soporte físico importante en forma de zines y escritos. ¿Eres consumidora de fanzines? ¿Has trabajado previamente en otros zines?
Hace años encontré CELOFAN, un fanzine fotocopiado, gratis que dejaban por Madrid, y me fascinó la idea de crear una propia prensa independiente con tanto contenido visual, lo desconocía por completo. Y en este caso, de una forma tan altruista, eso me enamoró. Así que con el tiempo, he estado en contacto con él, colaborando alguna vez, y ahora le toca a CELOFAN colaborar en el mío.
¿Qué puedes contarnos de tu directo? ¿Te ha resultado complicado encontrar conciertos en Manchester?
La gente se queda asustada, no sabe si lo que está viendo les gusta, les asusta, les horroriza, está bien, mal, o qué está pasando. Muchos quedan mirando ojipláticos y ni se mueven, hay veces que echo de menos un poco más de jaleo, porque me vengo más arriba todavía. Se quedan tan en shock que cuando me preguntan que cuál es mi género musical digo que el “electroshock”… Bueno, o el “digisex”. Y mira que Manchester es una de las ciudades con más música en directo del mundo, pero mucho grupo y poca tiarraca que esté como si estuviese en su dormitorio, teniendo contactos extraplanetarios espasmódicos, con mallas de luchador, torso desnudo y descalza. Pero… es que si no reviento, ¿sabes?
Respecto a lo que viste por Madrid y alrededores, ¿qué te ha parecido el circuito británico por el que te vas moviendo?
A los británicos parece que les estoy chocando, veremos en Madrid. Recojo datos y hago cómputo comparativo.
¿Lo consideras un proyecto multidisciplinar? ¿Qué importancia le das a toda esa vertiente artística no musical?
Tanta o más. Todo esto es un muta-concepto. Me resultaría imposible expresarme única y exclusivamente a través de la música. Por eso los directos tienen tanto valor para mí, donde puedo actuar, moverme. También aprecio otros tipos de arte. Me gusta mucho escribir y dibujar. En el fanzine puedo desarrollar mucho mejor el “qué y para qué”. CELOFÁN me introdujo en el mundo del fanzine, y fue una fuente total de inspiración.
¿A qué le canta Mutabase?
A todo menos a los “mindfulness”. Si no estás enfadado, no puedes ser mi amigo.