[youtube id=»0QpTqYoEzto» width=»600″ height=»350″]

Explica  Joachim Trier en la entrevista que le publica hoy El País que, sin el apoyo del gobierno de su país, sería imposible hacer películas como las que hace. Leer algo así choca bastante en un país como el nuestro, en el que un ministro califica el cine local como malo y el encargo de defenderlo lo ahorca hasta la asfixia.

Es probable que en Noruega no tengan que salir cineastas del peso de Almodóvar denunciando la vendetta sistemática aplicada desde el Gobierno y, aún así, Trier se empeña en acercanos con su cine a la cara menos dulce del mito noruego de la sociedad del bienestar, como si se empeñase en que, sobre los viejos ideales de remanso y paz co los que solemos evocar al paraíso nórdico siguen ardiendo almas tratando de huir de sus propios infiernos.

Leemos en la citada entrevista, que consultarse puede consultarse íntegra aquí, que fue el Instituto Noruego de Cine el que se puso en contacto con Trier, recordándole los cuatro años que habían pasado desde Reprise y lo mucho que aquella cinta gustó. “Si tienes una película que puedas rodar este año y sea barato, hablamos”. Eso, que alguien te venga detrás ofreciendo directamente la financiación cuesta aún más de asimilar en un país como el nuestro donde toca hacer virguerías para cuadrar números, pero estas cosas siguen pasando en otros lares y Oslo, 31 de Agosto es buena prueba de ello.

Póster oficial de Oslo 31 de Agosto

Póster oficial de Oslo 31 de Agosto

Oslo, 31 de agosto se estrena hoy en los cines de toda España (o en las salas que apuesten por el cine europeo de calidad, algo que acota bastante las opciones) y lo hace con un guión que se inspira en parte en el Fuego Fatuo de Drieu la Rochelle. La película acaparó reconocimientos en 2012 y aquí nos llega entrados ya en 2014… y no en la mejor fecha posible, con las candidatas de los premios de la Academia de Hollywood desfilando por las carteleras de aquí y de allí.

En realidad no importa: Oslo, 31 de Agosto es una película para disfrutar en la intimidad, un film duro centrado en dos amigos, uno con ganas de vivir y otros con ganas de morir, un punto de partida complejo en el que el protagonista principal debe tratar de volver a la rutina tras tocar fondo por varios problemas relacionados con la drogadicción,, trama que le sirve a Trier para huir del tópico de ese bienestar que suele rodear a los países nórdicos.

Sea cierto o no el mito, la realidad es que el cine noruego vive un notable estado de forma, propiciado por el apoyo del público y el apoyo del gobierno local, ambos muy centrados a la hora de seguir apoyando esa buena ola, tan impensable aquí.

Volviendo a Oslo, 31 de Agosto, hay que apuntar que no estamos ante un film fácil y que Trier apuesta por una trama dura para mantenernos pegados a la butaca, en un film complejo que fija su mirada en alguien que, pudiéndolo haber tenido todo, acaba sin nada al poco de entrar en la treintena, tratando de superar adicciones y miedos dejando atrás un pasado burgués, en una película que evoca en parte la capacidad para generar imágenes bellas de la nouvelle vague, aferrándose al carisma de este treintañero intelectual abocado al abismo.