Power Burkas sorprendían al principio de curso anunciando su fichaje por BCore y Famèlic, una coedición con la que saltaban desde Tigre Discos —sello encargado de lanzar su agotada cinta de presentación— a dos de los sellos más consolidados del circuito catalán. La coedición le daba a su esperado primer largo una salida acorde con las perspectivas que el grupo dibuja sobre sí mismo gracias a un directo potente y a una irreverencia que ha acompañado siempre la apuesta gráfica de sus ediciones. Recuperamos hoy la entrevista que nos concedieron para Shook Down UNDERZINE vol. 6, así como el podcast que resume su paso por nuestro programa en Scanner FM 2000 Enemigos Mortales.
AUTOR: RUBÉN IZQUIERDO | FOTOGRAFÍAS DE IVAN CASTER CEDIDAS POR BCORE
Para quien no os conozca, ¿de dónde venís?
Power Burkas venimos del norte y del sur, del este y del oeste. Somos tres de Vic y uno de Alaior, Menorca. La piedra angular que juntó estas dos lejanas tierras fue nuestra querida Barcelona. Allí els vigatans, que entonces estábamos estudiando en la capital, conocimos por amigos comunes a una colonia de menorquines que vivían en Sant Antoni. Entre ellos estaba Aleix, un chico tímido pero con un sentido del humor bastante especial. Luego se juntaron las ganas de hacer un grupo de punk de Marcel y Martí con la aparición de ese individuo en distintas fiestas, conciertos y pogos. A partir de ahí empezamos a ensayar tocando música muy sucia y rápida —creo que “I go down” es un buen ejemplo— y vimos que nos faltaba un cuarto miembro para compactarlo todo. Claudi era amigo de siempre, tocaba bien y (lo más importante) era y es un tío bastante bipolar y cariñoso. Entendió muy bien de qué iba el asunto.
¿A quién de los cuatro se le ocurrió el nombre?
Lo del nombre es idea de ese pequeño osito maníaco. Todos íbamos soltando nombres cada cual más esperpéntico y ese fue, sin duda, el que más repelús y gracia nos hizo al mismo tiempo. Por eso nos llamamos así.
Ahora que estamos de presentaciones, en Bandcamp aparecéis acreditados así: Claudi Dos Santos, Rev. Martin Burger King, Alejo Vidal-Quadras, Marc Pujol i Ferrusola. ¿Quién es quién en este galimatías?
Dos Santos es Claudi, el guitarra. Le gusta pronunciar palabras en portugués de vez en cuando aunque tenga ancestros en Rusia, un chico viajado. El Reverendo de las hamburguesas es Martí, batería, cabeza y único músico de verdad de la banda. Potentes convicciones espirituales le guían y de rebote intentamos que a nosotros también. Alejo toca la guitarra y de los 4 es el más cercano a votar a VOX, solo para joder. Junto a Claudi crean el escuadrón de despropósitos que conforman nuestra imagen pública. Y Marc Pujol, que soy yo, toca el bajo y canta. En realidad es Marcel Pujols pero no pasa nada si os confundís: yo siempre intentaré ser amable con vosotros.
¡Soy fatal con los nombres! Volviendo al meollo, creo que lo primero que escuché vuestro fue el Free Sangria. Ahí empezáis la rica tradición de presentar portadas peculiares. ¿Qué podéis contarnos de aquella publicación, y aquella portada?
Bueno, vamos a lo serio. Las canciones las grabamos nosotros en Vic: fue en plan maqueta. La intención era hacer unos disquetes punkis con unos dibujos de Aleix y unas pegatinas de Hello Kitty. O sea que lo que “vendimos” en los primeros conciertos no tenía el mismo aspecto que la foto que se ve en el Bandcamp. Respeto al collage del guiri, es otro sinsentido más con caras de líderes mundiales de fondo. Aleix lo hizo rápido y fácil. Estas cosas se hacen así.
¿Y de lo musical que me cuentas?
Hay poco que te pueda decir. Fueron las primeras canciones que hicimos cuando aún no teníamos claro si cantar en catalán, en inglés o en castellano. Dudas de jóvenes desorientados y vergonzosos… ¡me parece extraño que ya no las tengamos! Quizás el procés nos haya dado seguridad, quizás hayan sido muchos de los grupos de Famèlic que hemos escuchado, quién sabe…
Con vuestro primer trabajo dais el salto a Tigre Discs, sello con el que presentáis vuestro primer cassette. De aquello han pasado ya dos años, ¿un balance de Power Burkas S/T (Tigre Discos, 2013)?
Fue muy bonito. Básicamente porque dos personas nos dijeron que aquellos temas les flipaban y que querían hacer algo con ellos. Y vaya si lo hicieron, grabaron una por una setenta y pico cintas de cassette, montaron un buen jaleo en el Hangar de Barcelona que recordamos muy bien y nos ayudaron con otros bolos que surgieron. Algunas de esas seis canciones ya se coreaban de verdad en los conciertos, por lo que asumimos los objetivos de la temporada y el balance fue positivo. Además, aunque aún quedase por solucionar el aburrido tema de la lengua, estábamos más satisfechos con las canciones. Hicimos un paso adelante: el horizonte se presentaba radiante y esperanzador.
Después de aquello llegó el Moijois (Autoeditado, 2014), presentado en formato digital. Eran tres temas que sirvieron sobre todo para dar continuidad al cassette. ¿Los recuperaréis en formato físico aunque no entren en el disco?
No lo contemplamos: al final decidimos que no estén en el disco. Estas tres canciones tuvieron su momento cuando ganamos el concurso Rubber Tracks de Converse y nos gusta separar las cosas que grabamos por etapas temporales. Creo que es una idea bastante extendida: simplemente el conjunto acaba siendo más coherente sin querer. Ahora estamos en una nueva pantalla, la del primer LP. La gestación ha sido larga pero ya vemos como sale la cabecita y estamos llorando de la emoción.
La música que hacemos es puro internet, y compartimos con otras bandas ese consumo obsesivo de música
Hablando del primer disco que sacáis con BCore y Famèlic, me gustaría ahondar un poco más en vuestro sonido. En cierto modo formáis parte de una ola de nuevos grupos garage, ¿Veis un vínculo generacional con bandas como Brut o Pane? ¿Cómo creéis que ha evolucionado el género?
El vínculo generacional está ahí, tenemos edades parecidas y hemos compartido escenarios muchas veces; podríamos añadir a la ecuación a Opatov, The Saurs o Tartana. Todos empezamos a movernos más o menos al mismo tiempo y surgieron bastantes noches divertidas. Que esto sea una “ola” no sé hasta qué punto es cierto: faltan algunas cervezas para verlo claro y, por nuestra parte, falta que especifiquemos un poco más que puto género musical estamos haciendo. El garaje nos gusta casi tanto como el jamón, pero nos gustan más cosas. La música que hacemos es puro internet, creo que esto es lo que compartimos con los demás grupos: el consumo obsesivo de música y la inquietud por descubrir cosas y compartirlas. Por otra parte el garaje catalán sigue en buena forma. Los indicios que tenemos para decirlo son los buenos discos que siguen facturando las dos bandas que nos gustan más (Aliment y Mujeres).
En el concierto de Girl Band me comentasteis que teníais bastante avanzada la grabación del disco. ¿Qué tal ha ido el proceso?
Pues ha sido largo pero ha valido la pena (sí, nos encanta esta frase). En febrero del año pasado ya estábamos manos a la obra: grabamos en la Jazz Cava la parte instrumental y luego las voces durante varios meses. Tuvimos las mezclas y el máster al acabar el verano y luego nos pusimos a buscar alianzas. La tediosidad del asunto nos ha hecho titular el disco Llarga vida al tarannà, porque básicamente ha sido nuestra manera de hacer las cosas la que nos ha llevado a tener un proceso tan dilatado en el tiempo. Y porque la palabra llarga siempre nos había gustado por sus múltiples significados (risas).
De ese tarannà sale la coedición con BCore y Famèlic. ¿Cómo se gesta esta asociación?
Se consiguió a través de muchos correos electrónicos. Enviamos el disco a muchos sitios y ellos se interesaron… ¡puro siglo XXI!. Nos gustan mucho los catálogos de los dos sellos, y ver nuestro nombre ahí merece el envío de muchos más mensajes y de alguna prueba física que te deje sin una o dos extremidades.
Venís de varios asuntos intensos, como el Make Noise o el bolo mismo de Girl Band. A nivel de directo, ¿cómo va la evolución del grupo?
Creo que se ha madurado mucho desde que meditamos cada día. Estos conciertos nos han ido muy bien para mejorar, pero el budismo más. El punk fiero y la tranquilidad vital son dos cosas que combinan a la perfección. Nuestros directos son un poco así, nos purificamos por dentro y soltamos toda nuestra adrenalina pero, a la vez, estamos como un palo. No es que nos cueste emocionarnos, es que nos emocionamos así, sin demasiada euforia y con todo el canguelo en el cuerpo.
Lo que pasa en Vic cada año es como una gran fiesta de curso pero en septiembre. O sea que ahí no acaba todo: es donde todo empieza
Yendo un poco más atrás, en septiembre participasteis en varias movidas de interés, como el Hoteler, el Muralla de Vic o el Sugar, todo en el mismo fin de semana. En nuestro número 2 Aïda Camprubí escribió un artículo sobre la escena de Vic en el que retrataba la importancia del festival para los grupos de la zona. ¿Cómo vivís vosotros el Hoteler?
Intensamente, disfrutando del momento porque la vida es muy corta. Sin miedo a caerse. Y si se cae, volverse a levantar. Pero la verdad es que normalmente son días de pocas caídas y muchos alzamientos. Bueno no, ¡mentira! Hay muchas caídas, pero no hacen daño. Este año lo acabamos sin voz porque tres días de conciertos, brebajes y charlas a diestro y siniestro vanagloriando el Hoteler, el Sugar y Vic en general, no dan para que llegues al lunes siendo Pavarotti. Sobre la importancia de lo que pasa esos días en Vic se ha hablado mucho y todo son verdades. Sales de casa, conoces gente, hablas de música, ves grupos de puta madre, te emborrachas con ellos, ves a tu primo en el concierto y te emocionas, ves a los pijos del instituto en un pogo y lo flipas… Es como una gran fiesta de fin de curso pero en septiembre. O sea que ahí no acaba nada: empieza todo.
Volviendo a los temas del nuevo disco, no sé hasta qué punto tendrán continuidad con Moijois. ¿Qué estáis escuchando ahora mismo?
Tienen continuidad porque es un disco largo y hay un poco de todo y para todos. Vamos, que con quince canciones alguna te va a gustar seguro. Hemos podido dar rienda suelta a nuestra imaginación y eso ha causado una mezcla de estilos a la cual nos sentimos muy pertenecientes. Hay rock, hay punk, hay hardcore, hay pop, hay esquizofrenia, hay bipolarismo y otras enfermedades mentales.
¿Condiciona lo que escucháis a vuestra manera de componer?
Lo que escuchamos condiciona continuamente: si ahora mismo hiciésemos un disco, sin duda las canciones tendrían más que ver con las cosas que estamos escuchando o las que tenemos en el baúl de los recuerdos. Ahora estamos bastante con los Beatles (Spotify nos lo ha puesto fácil). Martí está disfrutando con los Descendents, a Claudi cuesta seguirle la pista porque está escuchando mil cosas a la vez, pero Big Star y el sello The Ork le fliparon bastante. Aleix le está dando a The Lijadu Sisters y al disco Wasted on the dream de Jeff The Brotherhood, y Marcel está con D’Angelo and the Vanguards, además de escuchar a un tío que se llamaba Alexander “Skip” Spence.
Buena cosecha. Cambiando de tema, venís del cassette y lo digital. ¿Qué formato consumís más habitualmente?
Hoy el digital es la vida. Si nos pasamos cuatro horas o más delante del ordenador al día y con el móvil arriba y abajo, es lógico que escuchemos música vía digital. Aún así, continúan teniendo mucha importancia para nosotros los cedés que nos compramos para el coche y los vinilos que vamos coleccionando para cuando llegue el día en que los grupos de música queden obsoletos podamos convertirnos en un gang de DJs. Al cassette no hemos llegado por infraestructura, porque ya quedan pocos reproductores y lo que se publica en ese formato lo acabamos escuchando por la red. Aún así, los románticos como Tigre que aún optan por ese formato físico merecen todo nuestro respeto porque van a contracorriente y, más allá del afán por el coleccionismo, valoran la experiencia de escuchar música en formato físico. Más relajación, más concentración y una concepción distinta del tiempo. Meditación y formato físico van de la mano.
He podido veros en un par de bolos con Pane, banda con la que habéis tocado ya en un par de ocasiones. ¿Con qué otras bandas os sentís cómodos? ¿Os sentís parte de alguna escena en concreto?
Con las comentadas antes y con las de Girona, como Anchord y Please Wait, también nos sentimos muy a gusto. Al no saber mucho cómo calificar nuestra música más allá de punk tampoco sabemos dónde situarnos exactamente, pero nos da bastante igual. La cuestión es que hay gente, grupos y sitios en particular donde el trato es muy bueno, y con ellos y ahí queremos estar. Hablamos de lo que pasa en la Jazz Cava de Vic (con Edi, los Famèlics y los asiduos ahí), de la brecha hardcore y skater de la plana —con Garcia de Bonestorm, Peiron de FP y Dídac como grandes amigos y guías espirituales—, de los colegas de Barcelona y cercanías, con los cuales tenemos influencias garajeras muy cercanas, de los emos de Girona que siempre se mueven mucho y nos inspiran también mucho, de la gente del bastión de Codines donde siempre es un goce ir, y de otros sitios. Espero que con eso quede claro dónde nos situamos más o menos.
En el bolo de Girl Band hablamos muy por encima de Estruç, que ese día se presentaban también en el Heliogàbal. ¿Con qué bandas locales os gustaría compartir escenario, y con cuál con la que ya habéis tocado os sentís más cómodos?
Hay muchas con las que nos gustaría tocar. Llevamos tres años pero hemos estado un poco dormidos y aún nos queda mucha gente con la compartir sitio y trastos. Están Estruç, están Still (broma mala, vale), están los Heather con quién también queremos profundizar y los Cala Vento. Y luego hay más bandas, como Síctor Valdaña and The Check This Outs, la gente del sur como VLIVM o Ensemble Topogràfic… Y si los Surfing Sirles algún día deciden hacer un concierto homenaje que cuenten con nosotros. Vamos, que nos sentimos cómodos con todas las bandas con las que hemos tocado, incluso con “Les Tietes Queques” que parecían gente problemática.
Queda claro que trabajáis de un modo muy autogestionado, por más que ahora estéis en un par de sellos. ¿Cómo veis la cultura del directo en nuestro país? ¿Cuesta encontrar bolos?
Cuesta un poco, porque las cosas no surgen porque sí. Para que la gente te conozca y se acuerde de ti tienes que moverte un poco. Es cierto que los centros cívicos u okupados siempre son una buena alternativa cuando quieres hacer algo y no conoces a ningún programador o tienes poca pasta para alquilar sala, y salas como el Freedonia también ayudan bastante en ese sentido. La cuestión es moverse: si no hemos tocado demasiado estos últimos meses ha sido porque estábamos concentrados en el tema disco y porque no hemos hurgado nada. Creo que los grupos que han visto cómo va el tema y se han pateado salas y centros desiertos para tocar saben cómo funciona la cosa. La gente va a pocos conciertos y con un festival o dos al año les basta, así que los grupos debemos ensanchar el campo para hacer divertidas las noches de un sábado cualquiera, para que la gente entre en las salas y no se quede fuera haciendo la cerveza. Además, la subida del IVA cultural y las legislaciones de los ayuntamientos sobre fiestas no ayudan demasiado. Creemos que falta gente para enfrentarse a todo esto, un buen batallón que sirva para incentivar alternativas.
Hablemos de las portadas. En Moijois aparecía Jordi Pujol, y basta un repaso a vuestras otras portadas para ver que desde siempre habéis planteado un tono irreverente en ellas y en vuestros carteles. ¿Cómo las decidís? ¿Quién las trabaja habitualmente?
Aleix y Claudi las suelen trabajar, pero siempre buscamos el consenso porque a veces no sabemos si nos pasamos de la delgada línea que hay entre humor y odio. Se intenta expresar el malestar hacia una clase política a través del humor sinsentido y sin seguir ningún patrón artístico más allá del que te da el Paint. De todas formas, que la verdad también sea dicha, somos unos niñatos con ganas de hacer tonterías.