El tiempo vuela, y en el pequeño gran hiato que ha pasado desde la última actualización de esta atrotinada casa se han estrenado un montón de discos que nos gustan. Algunos de los grupos que más nos flipan han sacado material nuevo, pepinazos del calibre de Mai Nego L’Oci (BCore – Famèlic, 2019), con el que nuestros admirados Power Burkas volvían a los escenarios hace unos meses. Esta entrevista, de hecho, se realizó al poco de la publicación del álbum allá por el mes de febrero, así que nuestras disculpas a la banda por haber tardado tanto en desempolvarla.

En realidad, de Mai Nego L’Oci queda poco por decir porque los Burkas han hablado mucho y bien desde los escenarios. Grabado por su batería Martí Ferrer con Joan Peirón (FP) supervisando desde la coproducción Mai Nego L’Oci recoge un pedacito de intrahistoria de la banda con catorce temas en los que vuelcan mucho de ellos mismos al tiempo que siguen creciendo como grupo sin perder la esencia que empezaron a dibujar con sus primeros EP’s y que terminaron de confirmar en 2016, cuando lanzaron aquella maravillosa primera entrega de Llarga Vida al Tarannà (Bcore – Famèlic, 2016). Tres años después de aquello, Claudi, Martí, Aleix y Marcel reaparecían a inicios de año con una cascada de hits -de algunos hablamos en esta misma entrevista- en la que caben muchas cosas y entre las que sobresale, claro, esa lucha contra la desidia desde la que brota la reivindicación del ocio ante el hastío vital que nos rodea. No es poca cosa. Aprovechamos la publicación de la entrevista para recuperar y recomendar el excelente videoclip que realizaron para ‘Decència laboral’. Una maravilla.

Entrevista: R. IZQUIERDO | Fotografía de portada cedida por BCORE

Vuestro nuevo trabajo llega casi tres años después de Llarga vida al tarannà, trabajo en cierto modo de consagración, que consolidó vuestra propuesta en el circuito local. ¿Cuánto os ha llevado preparar el nuevo trabajo?

Somos de absorción lenta, así que las canciones nos vienen rápido, pero las vamos guardando en el cajón para cuando sea el momento oportuno de sacarlas. Nos dimos cuenta que teníamos suficiente material a finales de 2017, y no tuvimos el máster acabado hasta pasado un año.  En 2018 hicimos pocos conciertos porque estábamos preparando el disco. Somos de los que pensamos que cuando estás metido en hacer temas nuevos es mejor no mezclar conciertos de por medio. Son etapas distintas y tratamos de separarlas. 

Habéis grabado el disco en colaboración con Joan Peiron. El hecho de que ejerzáis en parte de productores del álbum, ¿se plantea como una decisión práctica o artística?

Yo diría más bien que fue una cuestión práctica. Queríamos hacerlo fácil y teníamos los medios para hacerlo así… o, mejor dicho, teníamos amigos que tenían los medios, y como también queríamos ver si éramos capaces de hacerlo por nuestra cuenta optamos por intentarlo. Además, sabíamos que Peiron estaría cerca ‘por si aca’, por lo que contábamos con ese seguro. Como Peiron nos dijo que en esta ocasión no estaría en todo el proceso la decisión de grabarlo así nos salió de manera natural. La opción de ir al estudio también estaba ahí, pero aún nos quedan discos para gastar esa carta.

El trabajar con gente afín es una constante en vuestra trayectoria. Para la presentación del disco en la VOL de hecho os rodeasteis de grupos amigos, donde pesaba casi tanto la afinidad como la propuesta artística. 

Hacer partícipes de tu discurso y de tus canciones a gente que crees que puede comulgar con lo que haces es de las cosas más bonitas de tener un grupo de música. Te hace sentirte acompañado, y hemos venido aquí a eso, a vivir esa experiencia. Sumar a gente al carro nos sirve además para reconstruir las canciones, hacerlas nuevas y hacer que no te aburras al tocarlas. Lo de los dibujos en Instagram o lo de que gente de afinidad cercana sea la que te haga los videoclips hace que el concepto del grupo se convierta en algo más incontrolable. En parte es así porque nos gusta que la gente nos diga un poco quién coño somos a través de lo que le dicen las canciones. 

El disco vuelve a ser generoso en el tracklist y se va a los 14 temas, lo que es casi ir a contracorriente de los tiempos actuales. ¿Qué criterios seguisteis a la hora de estructurar el tracklist?

Lo de los catorce temas fue algo nuestro. Queríamos quitarnos de encima todas las canciones que teníamos, y creíamos que todas eran lo suficientemente buenas para entrar, así que nos daba igual hacer un disco largo. Sobre el orden de las canciones, no hubo mucho debate: era especialmente importante como empezar el disco, y como acabarlo. Les propuse un orden concreto, y creo que hubo pocos retoques a posteriores. 

 ¿Hubo debate a la hora de estructurar el hilo argumental del álbum?

A nivel argumental nos fijamos en las palabras o conceptos que se repetían en más de una canción, y miramos que de alguna forma si escuchabas el disco seguido pudieras relacionar canciones entre sí. Eso pasa con ‘Retina vigatana’, ‘Amor de garrafa’ i ‘C-17’. También mola que estén juntas ‘Flipant estímul virtual’ i ‘Distracció’, por ejemplo. Son como las dos caras de la misma moneda, te quejas de cómo nos distraen por un lado, pero necesitas la distracción para vivir. De todas formas, al final la gente se escucha el disco como quiere, y encuentra sus propias cosas.

Algo que creo que os pregunto siempre: me flipa el componente visual de vuestros discos y carteles. En esta ocasión es un diseño más clásico, con la simbología de los columpios, la caligrafía de corte infantil, etc. ¿Cómo llegáis a la idea, y de quien es la obra?

Vino dado por el nombre del disco, lo cual es bastante curioso porque no decidimos como lo llamaríamos hasta el final. Barajábamos otros como ‘Miseria i companyia’, ‘Only 4 freestylers’, ‘El més ric del cementiri’ i ‘Baixant pel tobogan’. Un poco en función del título dimos con la idea que nos molaría aparecer bajando un tobogán o en un parque infantil, y así lo hicimos. La foto es de Natalia Aguilera, una amiga del grupo, y el diseño global es de Aleix, como siempre. 

Imagen de portada del nuevo disco de los Burka | Natalia Aguilera

El disco arranca con una breve intro de un minuto, ‘Desconeguts’ y me parece un arranque muy adictivo. Imagino que por la duración su elección como arranque estaba clara. ¿Qué podéis contarme de ‘Retina vigatana’, uno de sus singles de presentación?

Sí, empezar con un tema corto nos gusta, y la canción es bastante redonda… es como que cuando acaba tienes ganas que suene la siguiente porque te quedas  arriba. Además, la letra es directa y tampoco se va muy por las ramas como otras, así que nos sirve como declaración de intenciones. Sobre “Retina vigatana” es un poco como presentarnos por segunda vez, pero ahora con una canción más estrambótica, con un riff raruno. Es rockera y es de las que más disfrutamos tocando. No sé muy bien de qué va aún, pero podría decirte que de las percepciones sensoriales que se tienen cuando se vive en un lugar como Vic. El sitio marca el punto de vista y de una mirada particular sale la canción. 

Sois uno de los grupos que puso en el mapa la escena de Vic, y algunos de vosotros seguís contribuyendo a ese legado a través de propuestas como las que realiza l’Espai La Clota. Los años de l’Hoteler fueron especialmente productivos en lo referente a la salida de nuevos grupos, y muchas de aquellas bandas han ido sacando lanzamientos con las que han consolidado su sonido. ¿Creéis que es más complicado ahora que hace unos años dar a conocer una nueva propuesta en el mercado?

Creo que, en general, es igual de difícil hacerte un hueco ahora que cuando salimos nosotros, con todo el revuelo de Vic y eso. Hay tanta oferta que, aunque en algún momento alguien se fije en ti, de la misma forma se puede olvidar de ti en cero coma cuando vea algo más brillante o más afín a su nueva etapa vital. La llave es persistir e ir buscando los aliados, que los hay y no son pocos. Hay sitios donde tocar, hay gente que entiende el arte emergente en todos lados y encontrarla es de las cosas más bonitas de tener un grupo junto a hacer canciones.

Y hablando de ello, algunos de los temas eluden al hecho de formar parte de un grupo, como la primera parte de C-17 y sus referencias al ensayo. ¿Cómo os repartís las tareas creativas del grupo?

Lo cierto es que sí, todos estamos implicados en el proyecto. Puede pasar que por obligaciones personales o laborales algunos estén más a tope con el grupo, pero musicalmente somos un bloque. Burkas no se entendería si faltase uno solo de los cuatro, ya que todos aportamos a nuestra manera. A nivel creativo, en cambio, cada uno entiende el grupo a su manera, y lo intenta reflejar de ese modo. En ese sentido es bonito que no sea unidireccional y que no sea un producto al uso.

Relacionado con lo anterior: en los últimos años ha ido variando la manera de consumir música y de darla a conocer. En tiempos de lo inmediato, ¿cómo se defiende un disco de 14 tracks? ¿Hasta qué punto creéis que es decisivo “clavarla” con los singles, por ejemplo?

Se defiende únicamente por las ganas de hacerlo así, por las ganas de sacarnos canciones de encima y avanzar. Si nadie se escucha las últimas pues ellos se lo pierden. La música no está hecha para ser de fácil escucha, es bueno que lo digamos nosotros, que parecemos un combo de la clase de refuerzo del instituto. Escoger los singles es un poco cuestión de intuición: a veces la clavas y a veces no, como en el futbol. Con ‘Morbibunda’ cuajó bastante el tema, pero también mola no clavarla y ver qué canciones funcionan por sí solas, y estamos viendo que ‘Decència’, por ejemplo, tira bien.

Otra de mis canciones favoritas es, precisamente, ‘Decència laboral’. Quería preguntaros de hecho por el tema de las canciones: han pasado casi seis años desde la aparición de vuestros primeros singles y el ritmo vital se va acoplando al paso de los años. ¿Créeis que es algo que crece en paralelo al disco?

Sí, lo de que los discos son como la foto de unos años es verdad, al menos en nuestro caso.  Puedes encontrar información sobre lo que te pasaba por la cabeza a través de las letras, pero también a través de todo lo que acompaña las palabras. Todo el conjunto dice algo de los cuatro; desde las portadas al modo en el que acabamos tres o cuatro canciones. La vida va en paralelo a los discos, y eso es algo que no puedes evitar de ninguna manera. Éste disco, por ejemplo, lo hicimos alternando la actividad del grupo con nuestros trabajos, y eso se refleja en las letras, porque algunos de nuestros nuevos problemas giran alrededor de eso, de cómo gestionar tu vida cuando tienes unos ingresos fijos y una rutina, con todas las cosas que quieres hacer fuera de esa rutina. Siempre nos han dicho que tener trabajo es lo más importante, pero te das cuenta que si solo tienes eso acabas siendo bastante pobre como persona. En cierto modo, es un disco trabajado sobre el poder del descanso.

¿Es el grupo, en ese sentido, una herramienta contra la rutina?

Sí, aunque de alguna forma al llevar tantos años con el grupo es inevitable que acabes generando unas rutinas también ahí. De todos modos sí que es un buen desengrasante, aunque también genere dolores de cabeza y requiera de dedicación. De todas formas no creo que podamos resumirlo como “tener un grupo nos libra de la rutina y así logramos ser felices”. Es más bien el valorar el hecho de valorar que estás haciendo algo como un disco de manera totalmente desinteresada, solo por el placer de hacerlo. Te acabas preguntando por qué no funciona todo así. ¿Por qué no podemos perder de vista la utilidad un rato?

En la reseña de de la Mondo se trazaba algún paralelismo con los Sirles, grupo con el que ya se os había comparado alguna vez. ¿Trabajáis con algún referente en mente? 

No… Hacemos las canciones como nos salen, pero el hecho de escuchar una u otra cosa hacen que éstas acaben sonando a tal grupo o tal otro.

Otro de mis temas favoritos es ‘School of rock’, tal vez uno de los más tarareables, una de las bazas de la que surge esa comparación con los Sirles. ¿Qué recepción os ha llegado con el disco ya rodado?

Pues no sé, supongo que la gente lo va pillando. Ya  hay temas nuevos que tiran bastante, y es algo que nos mola, porque con el disco nuevo podemos dar un poco de tregua a la parte más ruidista de Burkas. La absorción es lenta, pero no nos podemos quejar. Ahora lo chungo es no hacerte pesado en el escenario porque tienes suficientes canciones como para tocar una hora o más (risas) ¡Quien nos lo hubiera dicho! De todas formas, la octavación vocal extrema de éste disco tampoco nos deja aguantar mucho rato. 

Escucha Mai Nego L’Oci en Bandcamp: