Semana intensa para Raúl Querido. A su doble visita en Barcelona este fin de semana -actuará el Viernes con El Pardo en el inicio de temporada de la Fonoteca Barcelona y en solitario el sábado en la inauguración del nuevo local del colectivo Hi Jauh USB?- hay que añadir los diferentes estrenos que ha protagonizado esta semana. Si ayer era noticia por el estreno de su nuevo videoclip, pertenciente a La hoguera de San Jerómino, hoy lo es por el estreno de Anti-single, puede que su trabajo más ambicioso hasta el momento: 14 minutos de intenso compromiso social que resume a la perfección el espíritu combativo y comprometido tanto del propio Raúl como El Pardo. Aprovechamos su semana de estrenos para pasar revista con el propio Raúl a algunas de sus inquietudes artísticas e intelectuales. Una entrevista de RUBÉN IZQUIERDO

  • Entrevistamos a Raúl Querido coincidiendo con el estreno de Avance, adelanto del primer disco de El Pardo
  • La banda estrenaba ayer mismo su segundo videoclip, correspondiente al tema La hoguera de San Jerónimo
  • El Pardo actuarán el viernes con Medievo y Tejero para La Fonoteca Barcelona, mientras que Raúl Querido en solitario lo hará el sábado en la inaguración del colectivo Hi Jauh USB?

La primera escucha de Anti-single es una bofetada a nuestra consciencia. Si la primera maqueta de El Pardo nos hacía adivinar ya un fuerte compromiso social la apuesta ahora redobla esfuerzos y se muestra en todo su esplendor, anticipando lo que resta por venir en su esperadísimo primer disco de estudio.  Tanto La charla final, anti-single de 14 minutos de duración, como Matadero evidencian el excelente estado de salud creativo de un proyecto con ganas de seguir creciendo a fuerza de compromiso, integridad e intensidad. Lo escuchamos

Estrenas en Bandcamp un anti-single de 14 minutos. ¿Con qué propósito nace la propuesta?
La canción ‘La charla final’ es un caso particular dentro del material grabado por El Pardo pues, a diferencia del resto del disco, fue grabada por partes, no en directo, aunque casi cada parte es en sí misma una improvisación, con todo registrado en primeras tomas: la letra la improvisé sobre un bucle de batería y bajo, a partir de unas anotaciones que tenía hechas; las guitarras de Koldo y Javi se grabaron sobre eso, como un diálogo sobre la marcha entre ambos; los teclados fueron improvisados también. Vino Fernando Epelde (Modulok, El Tonto del Pueblo) y le tuvimos quince minutos tocando sin parar, clavándolo todo sin haber escuchado antes la canción. Fue impresionante y acabó sudando la gota gorda.

¿Cómo siguió el proceso?
Luego añadimos otro bucle de batería, algún grito suplementario y las manipulaciones de cinta, y así lo dimos por terminado. Nos salió algo que a mi me gusta mucho, una canción hablada, repetitiva y psicodélica en la que, sobre un patrón rítmico fijo, no sabes qué va a pasar a continuación.

¿De donde viene lo de anti-single?
La idea de que esta canción sirviese de último adelanto del disco largo deriva de la convicción de que, si bien es parte fundamental –ocuparía casi entera una cara del hipotético vinilo-, por duración y situación al final del mismo, quizá fuese a quedar especialmente oculta. Nos gusta pensar que proponiéndola como anti-single es posible que encuentre algún oyente más. De momento, los pocos que la habéis escuchado nos habéis transmitido impresiones muy positivas y entusiastas. Nadie nos ha dicho aún que se le haga larga.

El tema tiene un marcado tinte social, algo que se agradece sobre todo en estos tiempos. ¿Notas a faltar más propuestas como ésta?
La letra de la canción es mitad lectura y mitad improvisación, a partir de ideas que, efectivamente, surgen de la observación e interacción social. El buscar y encontrar contenido político en las letras propias y en las ajenas creo que es natural, debería serlo; seguramente, dentro del dominio “alternativo”, lo social ha aparecido mucho menos de lo deseable.

¿Notas un cambio?
Probablemente ahora eso esté cambiando. Seguramente porque no queda más remedio: la música la necesitamos siempre y lo lógico que es que nos sirva como forma de comunicarnos sobre lo que nos preocupa, y también de lograr la catarsis, romper con el extrañamiento, tomar conciencia de que no estamos solos, exacerbar los sentimientos –también los de ira- pero, en esa comunicación sin demasiados filtros, encontrar cierto alivio.

Nos ha quedado una clase media amorfa y precarizada, incapaz de la empatía con los demás, ni tan siquiera consigo misma

«Todos lo podíamos ganar todo, solo había que perder la vida». Como descripción de lo que está pasando me parece una declaración brutal. ¿Cómo surge la letra?
Surge del mismo contacto con la realidad, la del funcionamiento social, la del mercado de trabajo, el mercado financiero, el mercado de la carne… la sensación, que pervive, de que lo deseable es incorporarse a una clase media asustada, que ya sólo se define por la posesión de una serie de bienes de consumo –muchos de los cuales son, por añadidura, propiedad del banco-. Una clase media amorfa y precarizada, incapaz de la empatía con los demás, ni tan siquiera consigo misma; torpe, entrenada en la indefensión, que ha renunciado a definir interpersonalmente su rumbo, entre iguales. Una clase social “universal”, en la que hay que mantenerse cueste lo que cueste, aún sacrificando a los demás y, por extensión, a nosotros mismos. Cualquier precio hay que asumirlo, pagarlo, aunque el coste sea no pensar, no querer(se), deprimirse y morirse. A mi me gustaría saber… busco aprender, encontrar la manera de escapar enteramente de los condicionamientos que me impiden salir enteramente de esa clase media. Sigo siendo parte de ella, desgraciadamente.

El anti-single acaba con un España hay miedo al fracaso repetido en bucle. ¿Qué te evoca ese final? 
El loop de cinta final es, ante todo, casual. Elegí una charla para “emprendedores” dada en una escuela de negocios donde van a que les den un título los hijos tontos de nuestros próceres y políticos. Cuando estábamos llegando al final de la canción, rebobinando, avanzando, jugando con el eco, con los bucles al vuelo, salió esa frase y me pareció muy oportuna: es un historieta que he escuchado muchas veces, que la cultura empresarial ha cambiado, que el trabajo es una meritocracia, que las soluciones valen más que los errores… mentira: en España lo que vale –en el mundo laboral que deriva de las escuelas de negocio- son los apellidos compuestos y, normalmente, de resonancia franquista.

El tema es una cruel descripción de la situación laboral, también social, que se vive en nuestro país. ¿Qué papel le corresponde a la música en esta situación de ruina económica, y en ciertos círculos también moral, a la que nos han abocado?
La música, diría que en todo el estado, aspira a industria de ocio y cultural, pero no lo es. Hay ciertos circuitos en los que existe lucro incluso para el músico entendido como autor, pero en la mayoría no es así.

Así que, cuando los que tienen el dinero grande se dieron cuenta de que pagar grabaciones, ediciones físicas y presupuestos de promoción no iba a traer el beneficio de, digamos, especular con inmuebles, se acabó la quimera

¿En el ámbito independiente cómo está la situación?
En el entorno llamado independiente, o alternativo, se pretendió que el surgimiento de una industria y un mercado era inevitable, pero se fió todo, como suele ser habitual aquí, no al esfuerzo y la paciencia, sino a un crecimiento rápido y sin retroalimentación entre la base y la cúspide, y sin apenas parte intermedia en la pirámide. El lucro, la acumulación, la posterior carestía; la historia de siempre. Así que, cuando los que tienen el dinero grande se dieron cuenta de que pagar grabaciones, ediciones físicas y presupuestos de promoción no iba a traer el beneficio de, digamos, especular con inmuebles, se acabó la quimera. Y la cosa quedó como la conocemos: con unos pocos artistas incorporados a un relativo estrellato “indie” y pudiendo vivir de ello, una clase media empobrecida y menesterosa, que tiene que buscar un patrocinio comercial o una beca de algún organismo oficial para sobrevivir y una incontable cantidad de grupos y proyectos musicales muy pequeños y que existen por el empeño de sus artífices, que procuran tejer redes de colaboración verdaderamente fraternales y que se financia, casi milagrosamente, a partir de los desempeños laborales de los miembros de esos pequeños grupos, sellos y promotoras.

¿En qué nos hemos quedado?
De los que hicieron el trayecto, la transición de fase de pequeños a asentados, y allí se han quedado, hay muy pocos que hayan mantenido una integridad artística, no digamos ya moral. Hicieron su recorrido alejados del compromiso político, renegando de él y hasta burlándose, sin tampoco oponer una estética revolucionaria al mismo, sólo cinismo. Tanto cinismo nos ha dejado tontos.¿Reivindicar el drogarse como una forma de emancipación es un compromiso social? Lo dudo. Más cuando la droga, ilegal pero ampliamente disponible, es parte esencial del modelo de consumo en el que hemos crecido –o envejecido y menguado, según se mire-. Que sea ilegal es parte del negocio, de que el negocio sea tan lucrativo.

¿Donde queda el compromiso social, entonces?
Si el compromiso social de Los Planetas, como referente generacional, se queda–como decía Ordovás- con la libertad para el consumo de drogas… pues entonces el compromiso social de Los Planetas es un mierda infecta. No creo que ellos pretendan otra cosa, pero gran parte del público quiere creer que sí. Y, es más, durante años se ha señalado con el dedo y menospreciado a los que se manifestaban en un sentido contrario: a los perroflautas, a las feminazis y a los punkis costrosos: personas, en general, con un sentido de la dignidad propia y comunitaria mucho más elevado del que hemos demostrado los del ámbito “indie”.

Hay, por vez primera en la historia del capitalismo, una situación donde la pérdida generalizada de poder adquisitivo sirve para una mayor acumulación de riqueza en manos de los que detentan el poder real, el financiero

Cuando creamos Shook Down apuntábamos en parte que éramos hijos de las crisis, y aún lo somos: periodistas que no podían ejercer el periodismo cultural creando un medio en el que expresarse. Lo DIY, al menos en el periodismo cultural y musical, no da para grandes alegrías en lo económico. ¿Crees que la libertad tiene un coste?
Como sociedad, somos la crisis misma, la carne y los automatismos que alimentan al monstruo: consumir mucho y barato, abaratarnos nosotros mismos, acostumbrarnos a no pagar y a no cobrar, señalar con envidia y desprecio que, aquel que hace lo que le gusta, ya debe dar gracias y no ha de esperar a vivir de ello, ni aún en parte. Económicamente no hay crisis: hay recesión, que se mantiene como forma de justificar políticas que agravan dicha recesión, eso es la crisis; hay expropiación de lo público a favor de unos pocos intereses privados, esa es la catástrofe. Hay, por vez primera en la historia del capitalismo, una situación donde la pérdida generalizada de poder adquisitivo sirve para una mayor acumulación de riqueza en manos de los que detentan el poder real, el financiero. Es el capitalismo perfecto: el único fin es la acumulación de riqueza porque sí, porque el capital lo es todo.

¿Cuál es el fin?
Creo que el fin no es la creación de más riqueza –que presupone, aunque se injusto, cierto reparto de la misma-, sino sólo su apropiación y acumulación. Esto es algo a lo que hemos contribuido comprando lo más barato posible sólo para poder comprar más, más ropa de mierda, más comida de mierda, pero más, más, siempre más. Ahora nosotros somos los siguientes en la lista de lo que se puede vender más y más barato.

¿Eso lo podemos aplicar a la industria cultural?
Con la precaria industria cultural hemos hecho eso, a una velocidad vertiginosa: la tecnología nos lo ponía fácil. El consumir, atiborrarnos, no degustar, no ejercitar la paciencia ni tampoco el bello acto de pagar un precio justo: el precio a nuestro alcance, no el “gratis total”. Y esa práctica ha convertido a los periodistas, como a los músicos, en reos de su propia necesidad de decir: o haces y dices gratis –gratis para los demás- o nadie va a querer escucharte o leerte, porque nadie va a pagar por leerte o escucharte. El periodista, en general, lo es porque tiene la necesidad de comunicarse, de compartir algo, una información, una opinión, recomendar algo que le gusta o que cree que hay que apoyar.

Pinta mal, la cosa
Desgraciadamente, el caso generalizado creo que es el de verse forzado a regalar el esfuerzo. Pero, por fortuna, no el único y, en el mismo abaratamiento tecnológico, han surgido oportunidades de darle la vuelta al empobrecimiento comunicativo. Hay iniciativas que quieren ser la vía de compromiso entre la necesidad de contar y el impulso de conocer lo que se cuenta, habida cuenta del que ni el que dice ni el que atiende suelen tener mucho dinero para financiar esos afanes. También hay medios baratos de grabar, de difundir… el D-I-Y es lo que tiene sentido y, si bien determina en gran medida la forma y en alguna medida el contenido de lo que se hace, dice, publica y recibe, eso es natural y no es malo en sí mismo. Si cierta imperfección formal es el precio a pagar por la libertad, bienvenida sea.

¿Qué aspectos negativos le ves?
Lo malo es el otro coste: el de (prácticamente) nunca poder vivir de lo que se hace por placer –y de lo que, probablemente, otros que no son los autores, lleguen a sacar algún beneficio económico. Porque de ahí surge la necesidad de buscar otras vías de financiación, dentro de un mercado laboral que cada vez aborrece más intensamente la libertad y el ocio creativo. La lucha se plantea entre el campo del juego –que es algo noble, serio, con reglas, libre, divertido y donde se aprende y uno se construye- y el campo de la distracción –que sobreabunda, como basurero de horas útiles convertidas en horas muertas-. Se debería poder vivir jugando.

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Volviendo a lo musical, los anteriores temas de El Pardo -dejamos el videoclip estrenado ayer- también disfrutaban de una fuerte carga social. ¿Qué acogida ha tenido El Pardo en Madrid?
Estamos encantados de la acogida que está teniendo la maqueta, y también de lo mucho que suele gustar nuestro directo. Estamos contentos y también sorprendidos. Empezamos el proyecto de manera ciertamente casual –me invitaron a tocar en una fiesta de presentación del Madrid Popfest y no me apetecía presentar las canciones electrónicas de siempre; nos juntamos para preparar el concierto, creando en pocas sesiones cinco de los siete temas del disco que saldrá el mes que viene; el concierto salió de maravilla, nos lo estábamos pasando bien en los ensayos, haciendo algo que nos apetecía… decidimos seguir-. En un primer momento éramos Marta, Javi, Koldo, Miguel y yo. Al poco Paula entró para reemplazar a Marta y así encontramos nuestra formación definitiva. En ocasiones Fer (Pan y Toros, Esquimales) ha tocado con nosotros. En el disco colaboraron Bea (Narcoléptica, Hielo en Varsovia) y Fernando Epelde. Marta volvió para grabar una canción.

¿Estáis sorprendidos, entonces?
No hemos tenido a bien hacer envíos de información a prensa y, sin embargo, desde muchos de los medios que más interesantes hemos recibido una atención espontánea y sincera. Eso nos alegra muchísimo. En Madrid hemos tocado mucho, estamos muy agradecidos al Popfest, a Triangle Club, a LaFonoteca, a Madrid Radical… por el apoyo que nos han dado. A todo el público que nos ha animado, le debemos la continuidad del proyecto. Quiero pensar que estamos haciendo algo que a la gente le llega y que, de igual manera que nosotros necesitábamos expresarnos de una manera contundente, a los que nos siguen y alientan, les ayudamos a alcanzar esa mezcla de catarsis y liberación que la música debe procurarnos.

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A finales de mes podremos verte por partida doble en Barcelona. El 27 en La Fonoteca y el 28 en la inauguración de la nueva sede del colectivo Hi Jauh USB . Empecemos con La Fonoteca. ¿Cómo afrontáis esta aventura?
Con muchísima ilusión. Miguel Atienza, que antes de mudarse a Barcelona, era amigo y copartícipe en la escena madrileña, se interesó mucho por El Pardo en cuanto empezamos a dar conciertos. En cuanto vio la oportunidad, quiso invitarnos a tocar a en Barcelona de la mano de La Fonoteca. Aceptamos sin pensárnoslo dos veces. Para nosotros va a ser la primera salida para tocar fuera de Madrid, una experiencia muy feliz. Hemos preparado algunos temas nuevos para la ocasión y hemos querido que el estreno de este anti-single, ‘La charla final’, y su cara B –una toma en directo de ‘Matadero’, canción no incluida en el futuro álbum- sirviesen como conmemoración anticipada de lo que esperamos sea un concierto especialmente ruidoso y participativo. Estáis todos invitados a subir a hacer ruido, a gritar a micro abierto y, desde luego, a prolongar la verbena mucho más allá del final de los conciertos.

Tejero y Medievo también se caracterizan por su inconformismo social. ¿Tenías referencias previas de sus propuestas?
A Medievo los conocí musicalmente por casualidad, por la red. Muy poco tiempo después compartí compilación con ellos, como Raúl Querido: aparecimos juntos en ‘Canciones como dios manda’, una referencia digital del sello Autoreverse. Me gustaron mucho desde un primer momento y, con cada escucha de su disco –y con el trato personal con ellos- me he hecho más y más fan. Hemos cerrado una doble presentación, de su disco y del nuestro, para mediados de diciembre en Madrid. Y esperamos seguir coincidiendo.

¿Y de Tejero que nos cuentas?
El grupo existía desde un tiempo antes, pero yo lo descubrí a través de ‘Marca España’, que me parece una canción genial. Su enfoque es más pop que el nuestro, tanto en lo musical como en la articulación de las letras. Creo que eso da un valor especial a lo que hacen: redefinir un estilo musical más inmediato dentro de un ámbito espinoso e intrincado, como es la política. El disco ha recabado mucha atención y es normal. Su directo el día 27 me lo imagino como una fiesta en la que, lo que se coree, sean cosas justas y necesarias.

Personalmente agradezco mucho que algunas de estas nuevas formaciones apuesten por darle a sus letras cierto compromiso social. ¿Crees que en los medios estamos a la altura o entramos en ese «miedo al fracaso»? En ocasiones, y esto lo digo a título personal y no como miembro de un medi de comunicación, tengo la sensación que, sobre todo en los medios generalistas, la falta de riesgo en materia de periodismo cultural y musical echa para atrás…
Estoy de acuerdo contigo. No creo que los medios culturales sean los únicos culpables de sus males, porque parte de los mismos trascienden el alcance de dichos medios y entra, directamente, en esas costumbre sociales antedichas: por la cultura no se paga; al que le guste hacer música, que se busque un trabajo con la que pagarse “ese vicio”; lo bueno es lo grande, la hipertrofia, y los que no firmamos un contrato con la marca de los chupitos color diarrea, con la del toro alado estrellado o con la mismísima chispa de la vida –la que manda ejecutar activistas-, es porque no podemos, y nos corroe la envidia.

¿Y es así?
Son todo falacias. Lo que sí es verdad es que la deriva consistente en que no sea el público lector, sino las marcas patrocinadoras, las que sostengan económicamente los medios y los circuitos musicales rentables, ha hecho más difícil una serie de cosas: que los promotores independientes puedan sostener, sin endeudarse personalmente, un circuito donde los grupos que hacen algo distinto encuentren su sitio. Que los grupos que hacen cosas verdaderamente distintas puedan tocar, sobre todo fuera de su ciudad, sin empeñar para ellos todo su tiempo libre y sin endeudarse, una vez más; y que los medios o periodistas que entiende la labor prescriptiva del periodismo cultural como un quehacer de descubrimiento y de distanciamiento de lo ya trillado, lo tengan más complicado que los que se limitan a transcribir, a veces a copia, dossiers de prensa de grupos que cuentan con un management profesional y, probablemente, sirven de expositor para las zapatillas de lona de la juventud rebelde,. Marcar la diferencia es muy complicado. Uno lo puede intentar y sentir, una y otra vez, que no lo ha conseguido del todo. Pero el conseguirlo un poco y no abandonar ya es algo ¿no?

Cartel de Ultra Jauh

Cartel de Ultra Jauh

Hablemos de tu presencia en la inauguración del nuevo local del colectivo Hi Jauh USB, una inauguración que personal me ilusiona mucho. ¿Qué supone para ti formar parte de este cartel?
Para mi es la felicidad. Todo lo que me ha unido con los Hi Jauh me ha hecho inmensamente feliz.

¿Qué relación tienes con ellos?
A Gúdar los conocí a través de Aplasta tus Gafas de Pasta, en tiempos de su podcast y del myspace como comunidad de grupos marginales. Ellos, los Aplasta, editaban unos CDr que me parecían y parecen auténticas joyas, ediciones modestas y discos, unos más acertados y otros más fallidos, que han sido imprescindibles para mi, en mi crecimiento musical. De todos ellos, el que más me gustaba era el de Gúdar, que incluía la mítica ‘Una flor en la solapa’.

Yo admiraba tanto a Gúdar que me puse muy nervioso cuando por fin los conocí… Luego empecé a hablar, cada vez más, con Albert. Les ayudé a organizar, a través de Madrid Radical, un concierto en Madrid, con Hazte Lapón, que siempre será de los mejores conciertos que habré montado y visto en mi vida

¿Recuerdas como os conocisteis?
Yo admiraba tanto a Gúdar que me puse muy nervioso cuando por fin los conocí. Vinieron al concierto de hace dos años en Barcelona –tocamos Alborotador Gomasio, Raúl Querido y Las Ruinas-. Luego empecé a hablar, cada vez más, con Albert. Les ayudé a organizar, a través de Madrid Radical, un concierto en Madrid, con Hazte Lapón, que siempre será de los mejores conciertos que habré montado y visto en mi vida. Hace poco les invité a venir otra vez, tocaron Tirana un sábado, y Gúdar dieron un acústico magistral a la mañana siguiente. Este mes de noviembre volverán a Madrid, a tocar con Puzzles y Dragones y conmigo. Y el sábado que viene estaré yo en su evento, en la inauguración de su nuevo espacio en Barcelona –y luego en Ultra-Local Records-… En realidad no he explicado nada. Pero es que, para mi, ya sólo citar los hechos, como efemérides, tiene todo el sentido. Para mi cada ocasión compartida con ellos es un momento enteramente alegre y feliz. No hay música que me guste más que la que hacen ellos, ni conozco personas más capaces de dar amor porque sí. Son los mejores.

Últimamente las sinergias entre proyectos como el vuestro y los de Hi Jauh han estrechado lazos entre cierta escena catalana y madrileña. Algo a lo que también contribuye la propia Fonoteca, grupos como Hazte Lapón, Alborotador… ¿Cómo ves estas sinergias?
Mmm, intentaré centrarme para responder… Creo que las sinergias han surgido de una manera muy natural. Hubo alguien que habló del nuevo underground madrileño y, por extensión, estatal, del que participamos, como una especia de “mafia del indie”, donde se supone que los grupos nos apoyamos porque somos amigos. Lo decían como si fuese algo malo, como si otros ámbitos de la música se mantuviesen lejos de las relaciones de amistad y, precisamente por eso, fuesen mejores artísticamente o más respetables. Es casi imposible hilar una mayor cantidad de estupideces seguidas, basadas en una envidia muy triste y muy española.

Yo, en cualquier caso, no vería esa amistad como algo negativo
Por supuesto que los Hi Jauh, Hazte Lapón, Alborotador Gomasio, yo mismo, somos amigos. Nos hemos hecho amigos a partir de algo estupendo: a unos nos gustaba lo que hacían los otros, musicalmente y en lo que acompaña a la música –la organización de conciertos, la publicación de fanzines, de blogs, de discos recopilatorios-. Así también con Aplasta tus Gafas de Pasta, con LaFonoteca, con Madrid Radical, y con otros tantos colectivos y grupos. La amistad ha surgido como vínculo que fortifica una admiración mutua. Cada escena musical que ha surgido ha tenido como denominador común el de existir a partir de un número no muy grande de elementos, de personas, que se combinaban y permutaban como componentes de diversos grupos, promotores de conciertos y hasta periodistas, y a partir también de la intención, externa al grupo, pero en contacto con él, de darle carta de naturaleza a ese grupo o escena, denominándolo de alguna manera.

¿Sois la escena sin nombre?
Nosotros no hemos encontrado aún quien nos bautice, más allá de la idea de “nuevo underground”. El no tener nombre probablemente nos beneficie en lo artístico, pues facilita el carácter formalmente diverso que encontramos al comparar los grupos y los colectivos implicados. También supone una desventaja, pues es sabido que a muchos medios le es más fácil promocionar algo cuando encuentran una etiqueta que lo clasifique eficaz o, al menos, fácilmente.

Surge todo, pues, de manera natural…
Creo que esas consideraciones, esas racionalizaciones a partir de lo que pasa, son más o menos certeras, o algo de ciertas tienen al menos. Pero también estoy seguro que son cosas que, cuando las hacemos, las hacemos solo a posteriori. Mientras estamos haciendo música, tocándola, organizando conciertos con nuestros amigos o invitando a tocar a grupos nuevos que nos han llamado la atención por lo que habían subido a la red, no nos paramos a pensar tanto, o tan analíticamente en lo que estamos haciendo, en la organización sistémica –y ciertamente caótica- de ese nuevo underground. Al final aplicamos una fórmula, creo que freudiana, que es la del trabajo y el amor. Trabajamos –sin poder vivir de ello- y amamos, nos enamoramos de lo que hacemos; y eso nos compensa. Inmensamente.