La pasión y ganas con que Arturo Marín Ramos habla de música es equiparable a la energía e intensidad que desprenden sus canciones. Con un recorrido previo marcado por el aprendizaje y la búsqueda de identidad propia, el año pasado Arturo se sacó de la chistera Bacaladdero (Autoeditado, 2016) bajo uno de sus alias. Soviet Gym. Un disco plagado de EBM, new beat, electro, trance primigenio, oscuridad y electricidad que pretende recuperar la esencia de los sonidos imperantes en la llamada ruta del Bakalao de los 90 y de la que fue testigo. Pero más que de recuperación, se trata de reivindicación y actitud personal frente a la electrónica actual. Buscar en el pasado para darle sentido al presente. Es por ello que aprovechamos para tener una charla telefónica con él para que nos narrase de primera mano el devenir de su trayectoria hasta desembocar en las canciones de “Bacaladdero”.
ENTREVISTA: CARLOS TORRES | FOTOGRAFÍA: SOVIET GYM
En primer lugar, ¿podrías hacernos un resumen de tu bio musical? ¿Cómo has llegado hasta dónde estás ahora mismo?
Bueno, tengo que aclararte primero que mi trayectoria musical va unida a mi vida. Soy el pequeño de siete hermanos y a todos ellos de siempre les ha gustado la música. En mi casa siempre ha estado muy presente, lo que me generó un interés ya desde muy pequeño. Uno de mis hermanos se fue a estudiar fuera y trajo discos de Kraftwerk y así, lo que me hizo interesarme ya en concreto por los sintes. Asimismo, crecí en San Vicente del Raspeig, una ciudad dormitorio de Alicante en donde la música electrónica y bakala en los 90 pegó con fuerza, que, por entonces al ser pequeño, me acojonaba un huevo, pero me atraía y flipaba a la vez. Cuando otro hermano mío trajo cintas con música cañera rollo ACTV del 93, notaba que tenían electricidad, mala leche y pureza. Esa sensación se me guardó en la mente y la sentí también cuando entré en el punk con 15 años. Escuchaba bandas como Eskorbuto, Cicatriz y así. Ese punk nihilista y agresivo lo asociaba a esa actitud de pureza y de esencia. Luego cuando empecé a salir de fiesta, lo sentí de nuevo. Fue entonces cuando me compré un ordenador, empecé a bajarme los temas que más me gustaban de lo que escuchaba de fiesta y me hacía mis sets de trance oscuro que era lo que me volaba la cabeza por aquel entonces.
Y, pasando de lo concreto a lo general, ¿cuál fue el origen de Soviet Gym?
Yo de siempre había sido rockero y punk, pero con el tiempo sentí que me había hecho bakaladero. Es por ello que me puse a investigar en el pasado la música que se hacía a finales de los 80 y principios de los 90, que fue la transición que hubo del punk al bakalao. Descrubrí que el buen bakalao tiene que ser una combinación de energía y del rollo trip viajero, es decir, debe tener electricidad y llevarte anímicamente a donde sea. Además, necesitaba hacer un álbum tan libre de espíritu como “Bacaladdero” puesto que anteriormente andaba haciendo house ibicenco bajo el nombre de Artuto Marín, pero me hacía sentirme encorsetado, atado por exigencias del sello y no me gustaba nada. Con Soviet Gym he pasado de filtros racionales en cuanto a sellos y demás y he hecho la música como yo quería. Pasar de todas las escenas y estilos por muy underground que sean. En el momento en que haces algo acorde a una escena, estás ya siendo infiel a ti mismo, porque la gente espera que hagas un estilo determinado, que bajes de ciertos bpm´s o que no metas guitarras. El público espera algo del género y te encasilla.
¿Sientes entonces aun así que de cara a nuevas canciones como Soviet Gym estarás más atado por el sonido de “Bacaladdero” y a que la gente espere ese mismo estilo?
La verdad que me la pela bastante. He podido llegar a un público que creo que le da igual las etiquetas musicales. Ha entendido mi absoluta libertad sonora y cree en Soviet Gym. Es más, las propias canciones de “Bacaladdero” te van anunciando esa misma libertad puesto que no sabes qué te puedes encontrar en las canciones siguientes: una va rápida, otra más lenta, otra más trance,… Hay una completa falta de prejuicios y eso la gente lo ha captado por completo.
Esa falta de prejuicios y la libertad que dices creo que se nota mucho al escuchar el disco en el sentido de que vas cogiendo elementos del pasado para crear algo fresco y nuevo.
Es que eso es una actitud muy punk. Es más, te diré que actualmente estamos en una época en la que, si te pones a tocar punk o rock, ya suena como algo domesticado y mascado. La mayoría de estilos me suenan así. Ahora mismo el ser bakala es lo más antisocial y antitodo que puede haber. Es coger eso que se hacía en los 90 que está tan demonizado y todavía se ve mal y traerlo a esta sociedad de electrónica amansada ibicenca y de gintonics. Esa electrónica me parece un aburrimiento e irreal. Y si metes electricidad, intensidad y honestidad, ya te dicen que tu música es vulgar y haces mal. Pues yo hago el mal desde el activismo musical, descargando electricidad, haciendo bakalao, es mi manera de responder al mundo. El mundo real, el que lucha y sobrevive, el que no queremos ver y demonizamos para echarlo de nuestras cómodas vidas, ese mundo es bakala.
Hablando más en detalle del “Bacaladdero” ¿cómo has compuesto las canciones?
Lo hice con un ordenador y un teclado. Todo digital y nada analógico. A día de hoy tenemos la suerte de que con pocos medios se puede hacer un disco entero y colgarlo en bandcamp. Yo no tengo un estudio enorme ni nada parecido, solo mi equipo y ya. Diría que es también una especie de revolución musical. Con pocos medios puedes montar tu personaje, tu música y tus propios sueños. Con las canciones del disco, estuve con ellas diez meses. Anduve trasteando con unos plugins que me dejaron y fui haciendo bocetos en mi sofá con los cascos porque yo compongo así. En el sofá con unos cascos. Vi que me salían muy bakaladeras y pensé darles un toque más housero para sacar un EP como Arturo Marín. Al final no me convenció el tema, me sentía muy rígido. Por lo que cogí los sonidos, les metí más energía y me cree Soviet Gym. El resultado final fue “Bacaladdero”.
¿Qué puedes contarme de la portada? ¿Es obra tuya?
Es obra mía, sí. Me inspiré en los “flyers” antiguos de la Ruta del Bakalao. Esas imágenes rollo soviético de engranajes y constructivismo ruso o imágenes góticas mal dibujadas. Quería una imagen que impactase igual y tuviese la misma fuerza que esos “flyers” que me acojonaban, pero a la vez me enganchaban de pequeño. Con logotipos incluidos y mucho simbolismo. El icono del arpa de la portada es el logo de Soviet Gym. Otra inspiración son las portadas de los discos de Iron Maiden que están llenos de detalles y son increíblemente impactantes y flipantes.
¿Habrá algún tipo de edición física? También me gustaría saber tu opinión con respecto al formato físico y si eres consumidor habitual.
No soy consumidor de discos porque no tengo un duro y no puedo permitirme gastar mucho. Todo lo que gano trabajando lo hago para seguir pudiendo hacer música y no tener que pedir prestado. Estoy siguiendo el planteamiento de crear más consumiendo menos. Es lo que te comentaba antes de con pocos recursos, hacer mucho. Sí que tengo algún disco en casa y me gusta ponérmelos, pero no me puedo permitir a día de hoy comprarme discos. Sobre si editar en físico, estoy mirando a ver si puedo sacar “Bacaladdero” en cinta a través de algún tipo de coedición. A ver qué tal.
¿Cómo trasladarás estas canciones al directo? ¿tienes algún tipo de premisa ya establecida como los visuales que te acompañarán?
Llevaré el mismo equipo con el que hice las canciones además de la calculadora para controlar el Abbleton. Como son canciones muy estrofadas y con melodías muy delimitadas se pueden tocar e ir grabando en loops. Voy a tocarlas como Nacho Cano, tío (risas). En cuanto a llevar visuales no he pensado en nada la verdad. Y creo que cuando no tienes nada, la mejor visual es la oscuridad.
Creo que también tienes otros proyectos. Uno de ellos ha salido ya y es Arturo Marín. ¿Qué más proyectos tienes?
Mi proyecto como Arturo Marín lo tengo ahora mismo parado por completo. Tengo otro proyecto llamado Motori Minarelli más post-punk y kraut. En realidad, este es mi proyecto fuerte y no Soviet Gym, ya que es en el que estoy más volcado.
¿Qué puedes contarnos de él?
Motori Minarelli lo formé hace unos tres años. Es un proyecto más post-punk guitarrero con toques kraut intenso. Como las motos Minarelli, que son precarias, ruidosas y tienen intensidad. Está muy influido por el entorno del pueblo donde mi familia tiene una casa, Cieza, en Murcia, y por Alicante. Son entornos desérticos, decadentes, chamánicos y desolados. Casan muy bien con el sonido post-punk primigenio de finales de los 70 de ciudades como Sheffield o Manchester. Andaba buscando un cantante y coincidió que contactó conmigo Jose de Futuro Terror. Me conocía de vista y me dijo de hacer algo juntos. Le comenté sobre Motori Minarelli y le moló mucho el rollo. Estamos ahora mismo ambos todavía con el proyecto muy en pañales, solo nos hemos juntado una vez para seleccionar los temas y estamos gestándolo todavía. Jose anda liado con sus propias movidas, pero el otro día me comentó que lo tiene en mente y que no se olvida. A ver qué tal avanza la cosa. Y, además, también sigo haciendo y componiendo canciones nuevas como Soviet Gym, pero no sacaré nada hasta que tenga las canciones de “Bacaladdero” muy bien ensayadas para los directos y me sienta muy seguro y satisfecho de interpretarlas. Espero que sea en breves.