Me llamo Lara A. Miranda, la A. de Alcázar. Soy estudiante de Historia del Arte en la Universidad de Oviedo. Además de dedicar mi actividad a la fotografía y la crítica de arte, participo en el Colectivo Élite asi como en varios fanzines. Centro mi estudio en el arte contemporáneo y los nuevos lenguajes para la creación, el queer, y el feminismo. Fan del dadá (no dada-ismo), el constructivismo, Godard y Joy Division.
Staccato, dícese del símbolo que en notación musical acorta la nota respecto de su valor original, separada de la siguiente por un silencio. En italiano, hace referencia a aquello que está separado o que destaca entre lo demás. Quizás sea por esto mismo, que el artista alemán Günter Fruhtrunk dotó con este título a uno de sus cuadros en 1970, compuesto sólo por líneas de color. Por LARA MIRANDA
En el arte, como en muchas otras disciplinas, ser diferente u ofrecer algo que suponga una línea que separe la propia obra del resto, equivale a destacar. Siendo precisamente esto, lo que interesa a todo artista. Mucho ha cambiado este concepto de originalidad, estilo o marca, (dado que todo artista es una marca, una firma), ya que no es hasta el siglo XX cuando nos encontramos con las vanguardias, que marcarían verdaderamente el rechazo hacia los patrones de gusto artístico establecidos y consolidados durante todos los siglos anteriores.
Sin embargo, lo que hoy popularmente entendemos por arte de vanguardia no se asemeja mucho a lo que entendiesen dadás, futuristas o surrealistas, sino que se concibe como el conjunto de todas aquellas obras con un código de lenguaje artístico que verdaderamente no llegamos a comprender del todo. Y bien, ¿por qué si no llegamos a entender del todo los conceptos que se manejan para la creación de estas obras, las aceptamos como algo novedoso y magnífico, o por el contario, las rechazamos?
Ambas posturas, aceptación y rechazo, responden a la misma causa: la desorientación temporal y artística y la depresión cultural popular. Desorientación temporal y artística, dado que el arte contemporáneo es considerado por muchos historiadores del arte como un período que se inicia con las vanguardias o incluso con los impresionistas, y que se extiende hasta la actualidad. Es por ello que no puede ser estudiado y sobre todo, comprendido. Éste no cuenta con el suficiente distanciamiento temporal como para poder reflexionar sobre él y su marco histórico y social, en el que se ha desarrollado y se sigue desarrollando. Por otro lado, la depresión cultural popular, deriva de un desinterés generalizado por la reflexión artística de cualquier tipo, ya sea literaria, en bellas artes, música o cualquier otra disciplina. Y suscribiendo que con reflexión me refiero a plantearse el porqué de las cosas.
Vivimos sumidos en la indiferencia más pasiva y repulsiva de la historia del ser humano, donde aceptamos sólo lo que nos obligan a engullir los medios de masas. Posiblemente a causa de este concepto de gusto de masas, que no deja de ser algo heredado desde la antigüedad como ya he señalado, el arte contemporáneo busque casi siempre, si no siempre, desligarse de los patrones concebidos por estos motores sociales.
El arte responde a una reflexión, y es el reflejo de ésta sobre cualquier tipo de soporte mediante cualquier tipo de técnica, siendo la obra no el resultado final ni la conclusión, sino un intermediario entre la reflexión primigenia del artista y el público. Por tanto, el arte no se puede definir de una manera precisa, y ni mucho menos fija, puesto que varía en cada una de las obras que nos brinda, en cada uno de sus factores, elementos y circunstancias de su proceso de creación.