En el contexto de este presente incoherente e insustancial que nos ha tocado vivir a múltiples niveles, nace la denuncia cruenta de la paradoja y el sinsentido. Salve Discordia (Mushroom Pillow, 2016) rebosa violencia psíquica, rebeldía moral, misticismo y corrupción a partes iguales. De modo que nos inclinamos a no perder el tiempo dedicando estas líneas a alabar su sonido, sobre el que mucho se ha escrito ya y, a estas alturas, merece ser disfrutado más que ser adjetivado —sí, ha superado nuestras expectativas—.
Refugiándose en los parámetros de una religión satírica (o no, claro) conocida como discordianismo, la denuncia implacable del cinismo y la hipocresía que llevan a cabo Triángulo de Amor Bizarro cobra todo el sentido. Ni la ciencia, ni la política, ni la religión te salvarán. Solo un descreimiento firme, una ironía implícita en todo lo que antes se juzgaba como dogmático y sagrado es lo que hará que quieras seguir montad@ en este barco, a pesar de lo tentadora que resultaría la idea de hundirlo —y con todos dentro—. Para ello, contarás con el poder del símbolo, antaño al alcance de solo unos pocos. Hoy puedes hacer magia desde casa: Google te dirá cómo. Puedes decidir erigirte en Papa (y Mama) de tu propia “religión”. Puedes elegir si te quedas en el orden destructivo imperante, o impondrás el caos constructivo que la zorra de Europa está pidiendo a gritos.
Por eso nos gusta Salve Discordia. Nos gustan esos amores que le hacen a uno contradecirse hasta la médula (votar a la derecha, por ejemplo). Nos gustan los ritmos frenéticos. Nos gustan la mala baba y la irreverencia, nos gustan la magia y los artistas que se sumergen impúdicamente en los mares del subconsciente, vuelven y nos entregan perlas como esta. He ahí fnord lo que suscribimos este Salve Discordia y añadimos un Hail, Eris! (larga vida a los TAB).
(En esta entrevista no les preguntaremos sobre el significado de su obra. Sería tedioso para ambas partes. Si algo se te escapa, ya estás tardando en leer el Principia Discordia y a Robert Anton Wilson).
TEXTO: JENNY SUK. ENTREVISTA: RUBÉN IZQUIERDO | FOTOGRAFÍAS CEDIDAS POR MUSHROOM PILLOW
En enero sacasteis Salve Discordia, vuestro esperado cuarto disco. ¿Cambia mucho preparar un álbum sabiendo que tantísima gente lo espera, que hacerlo desde el relativo anonimato de las primeras veces?
No, no creo que influya. Con todos los discos intentamos hacer lo mejor que podemos en ese momento, expresar de la manera más precisa posible lo que queremos contar, y, primero, estar nosotros mismos contentos con nuestro trabajo.
En una entrevista para Mondosonoro hablabais de la estabilidad que tuvisteis para preparar el disco, y el mayor tiempo para sacarlo adelante. El haber contado con más tiempo, ¿ha hecho que varíe según la idea inicial? ¿Cómo ha sido el proceso creativo que ha dado pie a Salve Discordia?
Supongo que repetir formación te permite profundizar más en la idea, ya que el sonido que sacamos los cuatro en el local es siempre el punto de todos los discos. Para componer Salve Discordia, decidimos hacer un pequeño alto en nuestro habitual ciclo de girar sin parar. El año pasado estuvimos casi por completo volcados en la composición, exceptuando la gira por Estados Unidos que hicimos en julio, justo entre medias de la grabación. Eso nos permitió probar muchas cosas nuevas, experimentar con música que siempre hemos escuchado, pero que no habíamos profundizado tanto en ella como para asimilarla en la banda.
En alguna entrevista habéis comentado que trabajáis en el local de Abanqueiro. Siguiendo con el proceso creativo, ¿cómo dais forma a las canciones? ¿En qué varía desde las letras a lo que terminamos escuchando?
En este disco cambié por completo el método que usaba para componer letras, aunque fue un proceso que comencé en Victoria Mística, en Salve Discordia lo desarrollé por completo. Antes iba apuntando y escribiendo todo tipo de letras, melodías, acordes y demás con la esperanza de hacer un collage y que saliese un esbozo de canción de eso. Ahora lo hago de otra forma, de una manera más simple. Y creo que me da mejores resultados.
¿Cómo las trabajas?
Me paso días sin escribir ni tocar nada. Espero hasta que me viene una idea o una melodía a la cabeza y formo la canción mentalmente. Después escribo sobre esa idea un texto largo, como permutaciones de lo que quiero contar, formo la melodía y voy reduciendo y retorciendo el texto hasta que mantiene el significado y encaja de forma musical. Lo llevamos al local de ensayo y es ahí cuando se forma de verdad la canción. Nos pasamos una temporada tocando e improvisando, a veces cambiando radicalmente la idea, hasta que las canciones se van acabando por sí solas.
El mantener las rutinas del grupo en Galicia supongo que ayuda a mantener o reforzar vuestra identidad como grupo, y no sé si ayuda a mantener cierta distancia sobre la visión que se tenga de vosotros como banda. ¿Creéis que ha ayudado a que mantengáis la esencia original del grupo pese a un reconocimiento cada vez más masivo?
Sí. Es que somos un grupo de cultura gallega. Es decir, no creo que el grupo fuese posible en otro lugar. Todos nuestros temas e ideas parten de una aproximación basada en nuestra cultura y forma de vida: sería imposible haber hecho Salve Discordia tal cual es en otro sitio. También ayuda a eso que dices, a tomar distancia. Realmente no tenemos mucha idea de cómo nos ve la gente, y eso te permite no tener que estar atado a una particular visión que creas que puedan tener de la banda, y así a proporcionar música nueva sin tener que tener eso en cuenta. Intentamos respetar a nuestro público, y nuestra mayor muestra de respeto es no creernos tan listos como para saber lo que más le va a gustar. Intentamos hacer buenas canciones, y expresar nuestra idea del mundo en ellas, simplemente.
El otro día leí esta reflexión de Isa, en una entrevista para El Periódico. “Aprendimos más en conciertos ante 10 personas que en ensayos de 20 horas”. ¿Cómo recordáis los inicios del grupo? ¿Sentisteis algún punto de inflexión concreto que catapultara vuestro reconocimiento
La edición del primer disco fue cuando salimos al mundo, fue pasar de hacer muy pocos conciertos a empezar a girar y poco a poco a convertirnos en músicos. En eso seguimos, realmente, aprendiendo con cada disco y ganando público, tocando donde nos llaman e intentando que todos los discos y conciertos sean el mejor.
Cerrando la pregunta anterior, ¿con qué os quedáis de esa primera etapa de tocar en bares?
Me quedo con el taller electrónico, que era un sótano donde ensayamos en A Coruña, nos juntamos mucha gente de varias disciplinas y tendíamos a la locura y al caos absoluto, y fue el momento en que quedó marcado el espíritu del grupo. Desde entonces hemos ampliado la idea, pero no la hemos cambiado.
La gentrificación está provocando que se expulsen a las clases populares del centro de las ciudades, y esto incluye, claro está, a la música popular. Creo que no debemos dejar que ocurra: no tiene sentido que se cierren las salas de conciertos o se desplacen a los polígonos. Yo, desde luego, no quiero que los centros de las ciudades se conviertan en bastiones de gente adinerada y en centros comerciales de grandes empresas
Vuestro estatus evidentemente ha cambiado mucho desde entonces, aunque da la sensación de que mantenéis la misma mirada que entonces. ¿Sois optimistas o pesimistas ante el futuro del directo?
La gentrificación está provocando que se expulsen a las clases populares del centro de las ciudades, y esto incluye, claro está, a la música popular. Creo que no debemos dejar que ocurra: no tiene sentido que se cierren las salas de conciertos o se desplacen a los polígonos. Yo, desde luego, no quiero que los centros de las ciudades se conviertan en bastiones de gente adinerada y en centros comerciales de grandes empresas, aunque eso es lo que está pasando. Espero que los nuevos gobiernos que están entrando en las principales capitales sepan ver y acotar este fenómeno. Las salas de conciertos en directo, igual que los teatros, las tiendas de barrio, los bares y los pequeños restaurantes son los que definen nuestro estilo de vida. Sin bares ni salas de conciertos, concretamente, nunca se me hubiese pasado por la cabeza montar un grupo, ya que no hubiese podido participar en la cultura de la música en directo. Odio la idea neocon de convertir todo en centros de consumo al estilo de parques temáticos.
Eso encaja en parte con la política de directo que se ha implantado en todo el país. Los festivales no tienen problemas para vender abonos pero cada vez cuesta más llenar salas, sobre todo entre semana. ¿En qué línea se debería trabajar para cambiar esa dinámica?
Pues si empezaran por no perseguirlas, sería un paso. La mayoría de las salas que conozco tienen problemas con ordenanzas locales o estatales que muchas veces son absurdas. No tiene sentido tanta persecución para algo que al fin de cuentas, genera rendimientos positivos para la sociedad, no solo económicos. Si desde las instituciones se apoyase la cultura tal como se apoya el deporte, por ejemplo, igual que ocurre en los países nórdicos, seríamos potencia. España está pasando poco a poco de ser una potencia cultural indiscutible a lo largo de los siglos a ser solamente potencia en deportes de pelota. Que está muy bien ganar mundiales, pero entre Goya y Casillas no hay color.
Si los ingresos por el desplome de la venta de los discos no hubiesen bajado tanto, o si el ingreso neto de una entrada no se hubiese derrumbado, o si el gran público tuviese por costumbre ir a los conciertos en sala, o si no llevásemos 10 años en crisis. Son muchos “y si”, ¿no?. Ahora mismo, de una entrada en sala de 10 euros, 5 se van en impuestos. Eso te deja muy poco margen para la viabilidad. Te digo, si no fuese por los festivales,
En la entrevista que comentaba antes para El Periódico Isa comentaba que no le interesaba el indie que se impulsa para vender gafas o cazadoras. Eso enlaza un poco con la pregunta anterior: el mercado se aboca a festivales, escaparates de anuncios. ¿Genera incomodidad o se ve como un peaje obligado?
Nosotros llevamos más de diez años tocando casi ininterrumpidamente, y las hemos visto de todos los colores. Si los ingresos por el desplome de la venta de los discos no hubiesen bajado tanto, o si el ingreso neto de una entrada no se hubiese derrumbado, o si el gran público tuviese por costumbre ir a los conciertos en sala, o si no llevásemos 10 años en crisis. Son muchos “y si”, ¿no?. Ahora mismo, de una entrada en sala de 10 euros, 5 se van en impuestos. Eso te deja muy poco margen para la viabilidad. Te digo, si no fuese por los festivales, nosotros hoy no sé si existiríamos. No sé si hubiésemos podido hacer Salve Discordia, ni ningún otro disco más allá del primero. Aún así, en gira solemos hacer unas 40 o 50 salas al año solo en España. No creo que sean incompatibles. Realmente nos encanta tocar, cuando sea y como sea. Ir a festivales nos permite acercarnos a un público que probablemente no iría a vernos por primera vez a una sala, por ejemplo. Seguramente la mayoría de gente que viene ahora a nuestros conciertos en sala, que es más que nunca, nos viera por primera vez en un festival.
Creo que habéis buscado el mantener el sonido del directo, una de vuestras grandes bazas. ¿Qué importancia tiene ahí la rutina de ensayo?
Pues toda. Somos un cuarteto de rock and roll, y nuestra única limitación autoimpuesta es hacer música interpretable de esa forma. Por eso no usamos ordenadores ni plugins para tocar ni para componer, queremos que la música que hacemos salga directamente de nosotros. Y eso es un proceso que cada vez ahondamos más: en Salve Discordia hay menos overdubs que en ningún otro disco, por ejemplo.
Habéis vuelto a trabajar con Carlos Hernández, lo que creo que le ha aportado mucho al disco. ¿Qué podéis contarnos de ese proceso? ¿Y qué le aporta Carlos a vuestras canciones?
Sí, Carlos es amigo desde el primer disco, y en este hemos vuelto a trabajar juntos. Como nos conocemos tan bien, nos ahorramos las explicaciones y los cumplidos, y podemos ir directamente a lo que hay que cambiar, por ejemplo. Estuvimos intercambiando las maquetas y ajustando cosas con él durante todo el año pasado, así que estuvo implicado casi desde el principio. Además, es también nuestro técnico de directo, con lo que creo que los conciertos de esta gira serán los mejores que hayamos dado. Estamos todos a una. Carlos es el mejor con el que he trabajado, tanto en estudio como en directo.
Hasta donde sé, la grabación se hizo por fases, y tuvo el lapsus intermedio de vuestra gira americana. ¿Qué se aprende como banda cruzando el charco?
Pues que hay otros mundos. Fue un poco la sensación cuando pasamos de ser una banda local con la maqueta a girar por España con el primer disco, con la diferencia que ahora sabemos un poco más cómo va el tema de tocar. Aún nos queda mucho por aprender, pero al principio lo pasamos fatal y aprendimos a hostias; en cambio, en la gira de USA, aunque para casi todo el mundo que nos vio éramos nuevos y desconocidos, ya íbamos un poco fogueados.
Lo que hay también es un mayor reparto de voces. ¿Cómo habéis trabajado ese reparto?
Es a lo que tendemos. Es importante para nosotros para estructurar el disco: yo pongo el tono general, el ambiente, el contexto en el que se mueve el disco y dejo a Isa los picos de narración, los puntos de giro. Digamos que con las canciones que canto yo describo el bosque por la noche e Isa las cosas que pasan en él.
Se os suele vincular, a nivel de sonido, con grupos de los noventa, algo que de algún modo engarza con vuestros propios grupos musicales. ¿Qué música consumíais en los noventa?
Me hace gracia, porque cuando salió el primer disco nos decían que éramos ochenteros. En los noventa escuchábamos muchas cosas, desde las novedades de la época hasta lo que nos pasasen en cassette: hace mucho tiempo de eso ya.
¿Y cómo véis la escena shoegaze a día de hoy?
El revival shoegaze me da mucha pereza, la verdad; creo que es un género que nunca existió, de hecho. MBV, Ride o Slowdive , que son los que me gustan de los que se asocian con la etiqueta al principio, tampoco veo que tengan demasiado en común entre ellos, ni que representen un estilo.
En lo personal, nosotros decidimos pasar de la web al papel tras conocer en persona a Karren Ablaze, editora del fanzine de culto The City Is Ablaze! ¿Hubo algún grupo o disco en vuestro caso que os empujara a empezar a tocar?
Sí, claro, lo que escuchábamos en la época, son muchos grupos para concretar. Para la primera maqueta decente que hicimos, que está recopilada en El hombre del siglo V, nos basamos en el sonido del Psychocandy, en Spacemen 3, en los Stooges y en los Neubauten.
Ya termino. La portada os la ha hecho el artista GIF Haydiroket. ¿Qué podéis contarnos de él?
Pues que quedamos encantados. Le dijimos únicamente que los temas del disco eran el mar, el satanismo, el discordianismo, el amor y temática ocultista varia. En cuanto nos la envió vimos que encajaba con lo que habíamos pedido, y nos gustó a todos.