El vinilo que traemos hoy es uno de los mejores ejemplos de jazz blanco, femenino y estadounidense que se puedan encontrar. Peggy Lee abandonó Capitol Records para fichar por Decca durante algunos años, y allí publicó Black Coffe, su primer álbum completo, el cual sería reeditado tres años después para añadir nuevas grabaciones. Por ALBERTO J. PUYALTO

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A principios de los años 40, Norma Deloris Egstrom (artísticamente conocida como Peggy Lee) se había consolidado como cantante junto a la Benny Goodman Orchestra, participando en diversos programas de radio y grabando un buen número de sencillos en formato 78 o 45 rpm. Sin embargo, la creciente popularidad de la intérprete llevó a la discográfica Decca a ofrecerle la oportunidad de registrar un disco de 10’’ en 1953. La buena aceptación de este trabajo, unida a la progresiva desaparición del formato diez pulgadas, permitió relanzar el disco en formato 12’’ en 1956. Aprovechando la ocasión, Peggy grabó cuatro pistas adicionales que fueron incorporadas a la versión que hoy os sugerimos.

El resultado de ambas sesiones es uno de los mejores LPs de la década de los 50; un claro ejemplo de cómo convertir un puñado de estándares de jazz en piezas nuevas, frescas y cargadas de originalidad. La mayoría de las canciones del álbum han servido como modelo a intérpretes posteriores, y constituyen por sí mismas verdaderos clásicos del género que han influenciado a cantantes como Dusty Springfield, Petula Clark o Joni Mitchell.

Peggy Lee, en una imagen promocional

Peggy Lee, en una imagen promocional

Empezando por Black coffe, pieza que da nombre al álbum y se caracteriza por sus seductores aires de blues, y siguiendo con la célebre Under my skin, que posteriormente inmortalizaría el gran Frank Sinatra, desde el principio del vinilo Peggy Lee deja claro su gran carisma como cantante. Este elemento, clave a la hora de transmitir emociones, se materializa en una voz frágil o sensual según las exigencias de cada tema, que parece levemente rasgada en ocasiones y suena sorprendentemente limpia en tantas otras, pero que siempre conmueve por igual.

Tan sólo con las dos primeras piezas salta a la vista que nos hallamos ante una intérprete joven, pero que gozaba ya de unos cuantos años de experiencia a sus espaldas. De hecho, en el momento de publicación del disco, la figura de Peggy Lee era bien conocida por el público, quien había tenido la ocasión de degustar ya singles como Lover o Why don’t you do right.

Pero seguimos con nuestro LP, y tras la fabulosa Easy living continuamos con una nueva pieza de Cole Porter, My heart belongs to daddy, que es sin duda una de las más celebradas de todo el vinilo. Pasamos a la cara B, y la voz de Peggy nos susurra al oído, haciendo que los temas dejen de parecer canciones y se conviertan en pequeñas historias, narradas exclusivamente para el oyente. Tras A woman alone with the blues, dos innegables ejemplos de este corte intimista: I didn’t know what time it was y When the world was young. Ambas ofrecen retrospectivas conmovedoras sobre los tiempos pasados, y están preñadas de un dramatismo al más puro estilo Broadway.

La primera versión del LP, grabada en los estudios de Decca en Nueva York, finalizaba con otro tema destacable, Love me or leave me, que se encuentra entre mis preferidos. En todas las canciones existe un buen equilibrio entre música y voz, y destacan a menudo las improvisaciones, brillantes e inesperadas, del trompetista Pete Candoli. Las sesiones de 1956, grabadas en los estudios de Hollywood, incorporaron una nueva banda caracterizada por el sonido del arpa y el vibráfono, que otorgaba un sonido más sofisticado e inquietante. Prueba de ello son los dos fascinantes temas adicionales It ain’t necessarily so y You’re my thrill.

Nuestra protagonista, en plena actuación

Nuestra protagonista, en plena actuación

Tras oír este trabajo, queda claro que Peggy Lee tenía una sensibilidad vocal que le permitía inspirar ambientes intimistas con relativa facilidad. Aún hoy, es inevitable que la música de este Black Coffe nos evoque los glamurosos clubs americanos de los años 50, donde el humo y el crepitar de los martinis debían permitirle a uno sentir que estaba viviendo tiempos irrepetibles.

Pero los éxitos de Peggy no se detuvieron aquí. En colaboración con Capitol Records, la cantante continuó con una carrera brillante que le permitió cosechar varias nominaciones a los Grammy. Una de sus canciones más reconocidas fue la versión de Fever de Little Willie John, grabada en 1958 y que Peggy convertiría después en piedra angular de su repertorio. Para ello, reescribió gran parte de la letra, mostrando una talento que explotaría a lo largo de su carrera mediante otras composiciones notables. Durante toda esta década, la artista participó además en algunas películas de Hollywood, normalmente interpretando temas en alguna de las escenas. Estos pocos trabajos le supusieron una nominación a los Oscar como mejor actriz de reparto en Pete Kelly’s Blues (1955). Otra célebre aparición tuvo lugar en el western de Nicholas Ray, Johnny Guitar (1954), donde la propia Peggy escribió el tema central de la película y después lo interpretó en un momento del metraje.

Tras una vida dedicada a la música -que incluso le llevó a realizar recitales en silla de ruedas-, Peggy Lee murió en 2002 a la edad de 81 años. Hoy se la recuerda como una de las grandes divas del jazz americano, y a su Black Coffe como la obra más destacada de su larga carrera discográfica. Disco imprescindible, representación de una época dorada, no me cabe duda que este vinilo es de obligada escucha para quienes quieran disfrutar de una de las voces más influyentes del pasado siglo.

Portada original del álbum, editado por Dea

Portada original del álbum, editado por Dea

Streaming de Black Coffee: