Tras haber debutado con escaso éxito comercial, The Stooges lanzaron su segundo LP a principios de los 70, obteniendo otra fría acogida. Nadie podía imaginar tiempo después que este trabajo se convertiría en piedra angular del punk y en profunda fuente de inspiración para nuevos géneros como el garaje rock. Por ALBERTO J. PUYALTO
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Bajo la óptica de nuestros días, resulta paradójico que la publicación del soberbio Fun House condenara a The Stooges a un punto sin retorno. Publicado por la todopoderosa Elektra y producido con maestría por Don Gallucci (el teclista de The Kingsmen), el segundo álbum de la banda de Detroit repetía patrones anteriores, insistiendo en una particular forma de entender el blues rock.
Como en el primer LP, la vehemencia sonora de la banda se asentaba en una espectacular sección rítmica a cargo de Scott Asheton, que brillaba incluso en los medios tiempos como Dirt. Las líneas de bajo de Dave Alexander, cuyas notas parecían concebidas para convertirse en clásicos incontestables, retumbaban profundas en la célebre Down The Streety abrían con maestría la pista Fun House. Por su parte, la guitarra de Ron -el otro hermano Asheton-, resultaba estremecedora; su fuzz crudo, sin concesiones, reverberaba en la psique del oyente, sacudiéndole de forma despiadada en ocasiones, pero nunca dejándole indiferente. Incluso escuchados hoy en día, sus solos en T.V. Eye resultan todavía desgarradores.
Menciona aparte merece el sonido del saxo de Steve Mackay, a priori fuera de contexto, pero que curiosamente otorgaba al grupo un sonido grueso, perturbador, que alimentaba pasajes psicodélicos impagables, especialmenteen la pieza homónima del disco.
Como colofón a estos excelentes músicos, la profunda voz de Iggy Pop desplegaba un repertorio de gritos y bramidos que iba a servir de inspiración a todos los cantantes punk de la década posterior. Oír sus lamentos en L.A. Blues es como escuchar a un Jim Morrison enloquecido por efecto de los ácidos. Los insanos gruñidos de esta bestia del rock, unidos asus letras minimalistas pero cargadas de una rabia hasta entonces desconocida, aniquilaban en un abrir y cerrar de ojos el ingenuo flower power de los 60.
A diferencia del primer trabajo, Fun House pretendía ser un ejercicio que captara la potencia de la banda en los directos. La tarea resultaba complicada, puesto que TheStooges era uno de esos grupos que debían degustarse sobre el escenario. Sin embargo, la fórmula sólo satisfizo a un público reducido -aunque muy devoto-, y terminó por condenar a la formación a un estrepitoso naufragio comercial.
Como una llama que arde furiosa antes de extinguirse, la historia de The Stooges había llegado a su fin. Su escasa repercusión iba a relegarles al olvido…¿O tal vez no? En realidad, algunos pocos visionarios habían sucumbido ya a sus encantos y encumbraban a un nuevo mesías llamado Iggy Pop. La iguana había contorsionado su torso desnudo sobre el escenario, lo había mutilado, untado con mantequilla y arrojado sobre sus fans en una pionera forma de comunión entre artista y público. Su orgía de gestos obscenos dictabalos pasos hacia un futuro salvaje y desenfrenado con demasiada violencia como para ser olvidados.
No, desde luego este profeta de energía inagotable no iba a desaparecer del panorama musical. El porvenir le deparaba momentos difíciles, pero ni siquiera su voraz consumo de heroína podría detenerle. La industria discográfica no había comprendido el mensaje, pero otros sí lo habían hecho, y el legado de The Stooges era demasiado valioso para ser desechado.
David Bowie, por ejemplo, se contaba entre uno de estos secretos admiradores de la banda, y tras robar algunas de las poses más grotescas de Iggy para crear a su Ziggy Stardust (curiosa similitud en cuanto a nombres, ¿verdad?), rescataría a los chicos de Detroit, ofreciéndoles una segunda oportunidad en el sello Columbia para publicar RawPower. Pero esa ya es otra historia. Por ahora, nosotros nos quedamos con este Fun House para disfrutarlo e incluirlo en nuestra colección de discos esenciales de la historia del rock.
Escucha Fun House Sessions de The Stooges, en Spotify: