¿Está sacando sus discos Willis Earl Beal demasiado seguido? No es que el tener una carrera prolífica sea algo necesariamente un disco fallido (más bien sería indicativo de todo lo contrario en cuanto a su riqueza creativa, y en este envite el de Chicago sale muy bien parado) aunque la escucha de de su nuevo EP, colgado directamente en su Soundcloud hace un par de semanas vuelve a quedarse algo lejos del excelente Acousmatic Sorcery con el que se dio a conocer hacer dos años.
Y esas sensaciones ya las arrastramos en parte en Nobody Knows, un disco pese a todo bastante por encima de la media, donde brillaba especialmente aquella colaboración con Cat Power con la que se remataba el asunto. El problema, tal vez, es que Acousmatic Sorcery fue una sorpresa mayúscula, una poderosa carta de presentación cuya sombra parecen estar destinadas a luchas contra el legado de su primera obra.
El EP, autoeditado y colgado directemente en su Bandcamp, llega para compensar la cancelación de su gira europea
Cuenta Willis Earl Beal que este disco, un EP de ocho canciones, nació en parte para compensar la cancelación de su gira europea, la misma que debía servir para presentarse en sociedad por estos lares y, de paso, hacer lo propio con Nobody Knows, disco con el que repetía sello, XL y en donde acabó de dar forma a un personaje, el suyo, con recovecos casi novelescos, alguien hecho a sí mismo, en suma, marcado por una aura solitaria y caballeresca (el hombre que regalaba canciones, recuerden) con múltiples facetas, repartidas siempre entre el mundo del arte, trufándose una interesante carrera paralela que incluye coqueteos con la ilustración o la interpretación .
Así que A Place That Doens’t Exist, que llega auto-editado y en formato digital, apareciendo en primera instancia en su Soundcloud personal, lo integran ocho canciones, las mismas con las que el que autor de Chicago rompe en parte la línea estilística de nuestro hombre, como si en su trasvase a Washington le haya hecho dejar las referencias de corte más soulística en beneficio de una nueva vía más relacionada con su primer álbum que con el segundo, sin lograr alcanzar las cotas exhibidas entonces.
Si el EP funciona -su tema de apertura se ha ido a los 14 temas- es en parte por volver a mirar al personalísimo universo personal de su primer álbum (la delicadeza, a punto de romperse, de Times of gold nos lleva directamente a Acousmatic Sorcery, aunque el factor sorpresa se pierde en favor de un terreno conocido, más continuista con el primer álbum que con el segundo, en que el Willis, sin firmar un mal disco, se queda solo a la mitad. Y eso es algo que sabe a poco, para quien nos había acostumbrado a la perfección, por más que perlas como Took my heart.