Imagen promocional de Daniel Lumbreras | Bandcamp

La progresión natural que ha ido experimentando Daniel Lumbreras es cuando mínimo digna de resaltarse. Desde su debut con ‘O’ (Autoeditado, 2014), trabajo con el que de hecho hablamos con él por primera vez que su trayectoria musical ha ido creciendo de manera exponencial, hasta llevarnos a este intenso La Vila (Autoeditado, 2017), con la que reafirma su colaboración vital con Pau Vallvé, encargado aquí de la producción. Once temas para seguir dando lustre a una de las voces más interesantes del panorama local, reforzada aquí con las colaboraciones especiales de Nico Roig y Jordi Lanuza, todo ello sin renunciar a la esencia cultivada en ‘O’, «una voz y una guitarra».

Texto: R. IZQUIERDO | Fotografía: D. LUMBRERAS

¿En qué crees que ha evolucionado más tu sonido desde los tiempos de “O”?

Los sonidos de la voz han ido perfeccionándose, y ahora la improvisación fonética sale mucho más fluida y personal. Toda está más pulido. Respecto a las canciones, creo que se ha añadido un poco más de complejidad, pero no estoy seguro. Las canciones de “La Vila” son posteriores a “O”, pero no mucho. Son canciones que ya llevaba tiempo rodando en directo y que entraron en la selección que hicimos con Pau Vallvé. Y respecto al sonido del disco, sí que hay mucha diferencia con el anterior. “O” se grabó en casa muy precaria y espontáneamente, en una sola toma; voz y guitarra acústica. “La Vila” está grabado en estudio, con guitarras eléctricas y acústicas, con matices instrumentales puntuales y con las colaboraciones de Nico Roig y Jordi Lanuza, aunque la esencia sea un poco la misma, una voz y una guitarra.

No sé si mantener la autoedición ha sido una prioridad para ti, pero sí que me gustaría preguntarte por la visión que tienes de tu propio trabajo como artista. ¿Qué es lo que más priorizas a la hora de dar a conocer tus proyectos?

Decidí autoeditarme siguiendo un poco la estela de Pau y Nico. Da muchos quebraderos de cabeza pero también muchas satisfacciones. Y reduciendo intermediarios, hace el proyecto más sostenible. En mi caso, todo me lo hago yo: promo, management, booking, etc. Posiblemente en un futuro delegue alguna faceta, sobretodo el management y el booking de cara al extranjero, se me hace demasiado grande. La visión que tengo de mi propio trabajo como artista es una pregunta difícil de contestar. Diría que hay un punto de sinceridad y honestidad, de creatividad y originalidad, de humildad y de profundidad artística.  Y creo que es una propuesta con una vocación universal. Que todo acabará de cobrar sentido cuando se expanda internacionalmente.

Con “O” lograste un reconocimiento progresivo, que te ha llevado a vivir varias noches bonitas. ¿Fue algo esperado? ¿Qué es lo que más te ha sorprendido de lo logrado con aquel disco?

“O” lo grabé con la simple idea de tener un archivo de canciones y no olvidarlas. Aprovechando este extenso archivo, y que entonces estaba tocando en la calle, escogí las 11 mejores canciones y las metí en un disco que empecé a vender en las actuaciones. Se grabó sin ninguna pretensión, pero con el tiempo me he dado cuenta que esa frescura y espontaneidad son las cualidades que lo hacen grande. Muchos músicos me han alabado la pureza i la desnudez de las canciones en crudo.

“La Vila” se presentaba en cierto modo como un trabajo en el que dabas a conocer algunas de las canciones realizadas estos últimos meses. Creativamente, ¿ha sido un año especialmente productivo para ti? ¿Varió el proceso creativo respecto a otras producciones?

Siempre estoy componiendo. Es ahora que empiezo a ser conocido, que el proceso de composición se ve alterado un poco. Antes componía para mí. Ahora es difícil abstraerse del contexto musical que te rodea y de cómo el mundo de la música recibirá tus nuevas canciones. Esto es un hecho ineludible. Hay que acostumbrarse a ello y seguir componiendo lo que a uno le gusta.

El álbum lo integran once canciones. No sé si has buscado un hilo conductor, pero quería preguntarte por el sentido mismo del disco. ¿Qué te ha aportado a nivel personal?

El disco “La Vila” lo integran canciones que se han ido curtiendo en los bares y las plazas del barrio de Gràcia. Es un homenaje a muchos momentos, a muchas noches, a muchos amigos y amigas. Pero no diría que es un hilo conductor, es más  bien un marco contextual. A nivel personal es un gran paso en mi carrera, con Pau hemos logrado un muy buen trabajo. Y la verdad es que el disco ha tenido muy buena aceptación por parte de la prensa especializada y del público. Se me han abierto muchas puertas.

Con Pau Vallvé empiezas a colaborar en la masterización del disco O y en el B-Sides From the Album O ¿Cómo y cuándo os conocéis? ¿Con qué te quedas de esa experiencia?

Con Pau nos conocimos en el Bar Vinilo de Gràcia, a través de Jordi Lanuza. Se declaró fan de mi música y se prestó a ayudarme de manera totalmente altruista. Recopilamos y masterizamos las canciones del disco “O” y del “B-Sides from the álbum O”, las canciones que había grabado en casa. Y acto seguido, nos pusimos a trabajar en el nuevo disco “La Vila”. De la experiencia me quedo con el proceso de grabación, que fue muy entrañable, con el resultado final del que estoy muy orgulloso, pero sobretodo, con las nuevas amistades que ya son para siempre.

Hablemos de gestión musical. Antes hablábamos de la autoedición y en la producción del disco se percibe esa forma de trabajar casi por amor. Algunas colaboraciones van también en esa línea: Lanuza y Roig son próximos a Pau. ¿Qué es lo que más valoras de trabajar con esas sinergias?

Bueno, el cariño por las cosas que uno hace, el mimo, la sensibilidad, son maneras de hacer muy propias; y es un placer cuando te encuentras a compañeros que las comparten. Pau, Jordi y Nico, son grandes artistas, cada uno con un mundo propio muy particular, y rodearte de gente genuina, enriquece tu vida, la hace más brillante. Pero sobretodo, me los quiero muchísimo.

¿Y cómo fue la grabación en sí? ¿Qué aportó Pau y como trabajasteis las canciones?

Como decía antes, las canciones ya venían muy rodadas en directo. Y es una suerte, porque es en directo que ves cuando funcionan, qué partes flojean, qué partes sobran. Con el rodaje en vivo, vas puliendo las canciones y llegan a la grabación estructuradas de la mejor manera. Con Pau hicimos muy pocos cambios en ese sentido. Así que nos pusimos enseguida a pensar los arreglos, teniendo en mente mantener un espíritu minimalista, la esencia intacta. El leimotive del disco no deja de ser una voz y una guitarra, aunque tenga muchos matices y detalles.

En varias entrevistas ya has comentado ese mecanismo de crear tu propio lenguaje. Si nos lo permites, te pediremos que nos expliques qué buscas con esa fórmula una vez más.

Lo que busco es una conexión real con el presente. El hecho de cantar improvisando fonemas me permite transmutar las emociones que siento en ese preciso instante, en sonido. No hay que rememorar una letra que se escribió con un estado emocional que ya no es. Si la melodía está fija, si la letra está fija, todo es rememoración. Me da mucha libertad improvisar el sonido, y además, en cada canción, me reservo pasajes para improvisar también melódicamente. Sólo existe el ahora. Y cuanto el presente más empape la música, mejor.

Otro elemento importante en tu manera de entender la música imagino que es la conexión con otras disciplinas artísticas. ¿Hasta qué punto influye tu feedback cultural previo?

Primero estudié y trabajé de diseñador gráfico en agencias de publicidad y como freelance. Ante las ansias artísticas insatisfechas, comencé la carrera de Bellas Artes y seguí con un máster en Producción e Investigación Artísticas. El diseño influyó muchísimo en mi pintura. Y la carrera de bellas artes, con todos los referentes conceptuales y la profundización personal, influyeron también definitivamente en mi música.

La sombra de Pavement es otra constante. ¿Es la influencia más directa con la que trabajas a nivel musical? Si tuvieses que trazar una suerte de educación musical, ¿quién saldría por ahí?

De Pavement me atraparon su gran creatividad, su originalidad a la hora de tratar la estructura de una canción, su amplitud de registros y colores, del pop dulce al desgarro punk. Me atraen los grupos que me transmiten un amplio abanico emocional. Los tres primeros discos de dEUS son otro ejemplo, y otra gran influencia. Más grupos que me han influido: Zita Swoon, Jeff Buckley, Sigur Rós, Radiohead, Weezer, Terence Trent D’Arby, Sinéad O’Connor, Whaterboys, René Aubry, Georges Delerue, Milladoiro, Dulce Pontes, Adriana Calcanhotto, Milton Nascimento, Youssou N’Dour, Cheikh Lô, Salif Keïta, Gigi, Khaled, Cheb Mami, Cheikha Remitti, Rahat Fateh Ali Kahn…

No sé si abrir para Pau en su concierto en Apolo fue cerrar el círculo, pero imagino que fue algo especial. ¿Cómo viviste aquella noche?

El concierto del Apolo fue una pasada. Fue una gran oportunidad. Y lo que más recuerdo es notar como mi voz y mi guitarra eran capaces de llenar toda la sala. Fue una sorpresa. Y una sensación mágica. El escenario grande me sienta bien. Ojalá vengan muchos más. Más que cerrar el círculo, si hay que hacer un símil, lo veo más como un espiral, que avanza y evoluciona en el tiempo y en el espacio. Ahora estoy centrado en expandir el proyecto por España y por Europa. Creo firmemente que mi propuesta puede funcionar en todas partes.

Siguiendo con los directos, ¿qué recuerdos guardas de los últimos conciertos en Menorca? Alejarte de circuito musicales estandarizados, ¿ayuda a reconectar con el origen mismo de las canciones?

En Menorca toqué en Es Claustre, un escenario idílico por el que han pasado muchos de los grupos de la escena catalana. Cuidan a los músicos de maravilla. El marco es incomparable. Y la isla es mágica. Gracias a la música he podido viajar bastante este verano. Este es el privilegio que tenemos los músicos. Y espero poder viajar mucho más y más lejos, en un futuro próximo.

Quería preguntarte por L’Automàtica. En presentar canciones fuera de un circuito “lógico” conecta un poco con la pregunta anterior, y lo hace también con la idea multidisciplinar. ¿Cómo viviste aquella noche?

Fue muy bonita. Hay muy buena energía en L’Automàtica. Y es un espacio acostumbrado a programar propuestas creativas y originales. A parte de todo lo pintoresco de tocar entre máquinas antiguas de impresión y rodeado de utensilios de la profesión. Curiosamente, dos de mis mundos se dieron la mano, el gráfico y el musical.

Escucha el nuevo disco de Daniel Lumbreras en Bandcamp: