Con Losing Sleep Edwyn Collins inauguraba un nueva etapa vital en su carrera artística, la más importante al dar por superada la mayor prueba a la que se haya sometido jamás: el doble ictus cerebral que a punto estuvo de costarle la vida tiempo atrás. Desde que ganase la más difícil de sus pruebas al recuperar el habla y la capacidad de escuchas e interpretar música el autor de A Girl Like You ha hecho de cada concierto suyo una invitación a la vida. Ayer no fue la excepción.  Crónica y fotos de RUBÉN IZQUIERDO

En formato trío pero con la misma pasión que la exhibida dos años y medio atrás, cuando protagonizó un sonado regreso para el Primavera Club en la sala Bikini de Barcelona Edwyn Collins regresó ayer a Barcelona para concluir la gira que ha protagonizado en los últimos días de la mano de Houston Party y que tuvo en su cita de Barcelona su destacado broche final

Collins, anoche en La 2 de Apolo // R. Izquierdo

Collins, anoche en La 2 // R. Izquierdo

Hay discos emocionantes que, ya de entrada, anuncian el inicio de una nueva era para el autor que lo presenta. Algo así pasó en 2010, cuando Edwyn Collins presentaba Losing Sleep, el álbum con el que inauguraba la tercera de sus grandes etapas vitales, la primera después de la prueba de vida a la que tuvo hacer frente en 2005, cuando dos ictus cerebrales a punto estuvieron de acabar con su vida. Allí donde muchos hubiesen marcado el inicio de su final, Collins tuvo en ese terrible incidente una segunda oportunidad, y no la desaprovechó. «Antes era arrogante, ahora soy humilde«, se confesó en el diario EL PAÍS al poco de publicar Losing Sleep, trabajo con el que dejaba atrás los peores días de su vida, con la parte derecha de su cuerpo inactiva y la capacidad del habla y de escuchar música aniquiladas por la afasia.

Lejos de hundirse, Collins inició una larga terapia que le sirvió para reaprender a hablar y a componer, volviéndose a sentirse músico, armado aún por el carisma con el que brilló en los 80 al frente de Orange Juice y triunfó en solitario una década después a lomos de A girl like you, título que parecía llamado a resumir una carrera, hasta que Edwyn Collins se convirtió en el hombre que se ganaba una segunda oportunidad ante la vida, convirtiendo desde entonces cada concierto en una celebración de la vida, una declaración de amor hacia la música y un regalo de valor incalculable para quien se acercarse a verle.

Superada la lucha por recuperar las riendas de su vida, plasmadas de manera magistral por Grace Maxwell, compañera y representante, alma gémela de nuestro hombre, en la espléndida obra Falling & Laughing: The Restoration of Edwyn Collins, el cantante escocés reapareció en nuestro país en 2010, cuando se marcó un concierto inolvidable en el Primavera Club de aquella edición, convirtiendo la cita de la Sala Bikini en un pequeño hito cargado de simbolismo para los que nos emocionamos con su lucha.

Falling

Falling & Laughing, de G. Maxwell

La experiencia vital de Collins le vale, pues, para hacer de sus directos experiencias inolvidables, valiéndose de un repertorio que no admite peros pese a que deje temas del calibre de In your eyes, presentándolos con un carisma abrumador que le permite salirse victorioso en cualquier circunstancia, ya sea con banda completa como en el P. Club de hace dos años y medio o en formato intimista como el de ayer en La [2] de Apolo, donde triunfo acompañado de James Walbourne (espléndido a la guitarra eléctrica) y Carwyn Ellis, notable también teloneando la noche al frente de Cosmorama, propuesta que defendiendo en solitario presumiendo de carisma y solvencia sobre el escenario en una noche redonda para él.

Collins, en una pausa del concierto // R. Izquierdo

Collins, en una pausa del concierto // R. Izquierdo

Y ese legado musical atesorado por el paso de los años y de una carrera claramente marcada por la presencia de varias etapas le permite edificar setlists como el de ayer, donde hubo espacio para todo. Recordamos así al Collins de los primeros años, con temas de su etapa en Orange Juice trufando el repertorio, nos reencontramos con el Edwyn de Gourgeus George y entramos de lleno en su invitación a la vida con los (pocos) temas rescatados de Losing Sleep y los presentados casi en exclusiva de Understated, álbum que parece destinado a complementarse con su obra anterior.
Quizá por ello no fue casualidad que la noche arrancase con un tema de cada etapa. La fibra nos la tocaron temprano con Falling & laughting, para rescatar a continuación Make me feel again y presentar Understated, uno de los temas del disco homónimo presentado ayer, del que tocó tres temas, acompañándolo de Dilemma y 31 years.

A la izquierda,

A la izquierda, Carwyn Ellis. A la derecha, James Walbourne // R. Izquierdo

Consolation prize, I downs on me y la citada Dilemma sirvieron para cerrar el primer tramo de la noche antes de rescatar los temas homónimos de sus dos últimos discos, la muy celebrada Losing sleep y la espléndida Home again, todo ello ante una parroquia agradecida y cómplice con el protagonista de la noche. Comparada con su última visita, la euforia feliz de entonces dejó paso aquí una complicidad amparada por el formato de la propuesta: dos guitarras -una a cada lado, con Ellis alternándose al teclado- y el protagonismo indiscutible de Collins, principio y fin de la noche de una noche a ratos acústica, a ratos eléctrica aunque siempre intensa, dibujándose desde el escenario una suerte de épica sobre la felicidad contagiosa en su ánimo vital ante la parroquia concentrada en La [2].

Collins, bromeando con

Collins, bromeando con Walbourne // R. Izquierdo

La célebre Blueboy dio paso a la ya citada 31 years antes del doble instante de oro final, una traca final de pura y sentida emoción integrada por Rip it up y A girl like you, un díptico perfecto que nos atrapó en su burbuja, uno de esos raros instantes de magia que la música regala de mucho en mucho, con Collins despindiéndose antes de que Walbourne y Ellis lo llenasen todo, benditos ellos, de ruido y furia.

Para los bises la felicidad era plena, de ahí la ironía de Low expectations antes de la última explosión de júbilo con la rubrica de Don’t shilly shally, momento del definitivo adiós, el nuevo hasta pronto del más emocionante y emotivo de los artesanos musicales que siguen dando guerra con la misma pasión de siempre y esa humildad aludida al inicio, la de un genio convertido en humilde tras vencer su prueba más difícil. Del bis de ayer al vídeo con el que cerramos la crónica va un mundo de emociones y vivencias. Queda la emoción contagiosa de un genio

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