Fotografía de archivo de Seward | Fede Nieto

Me he puesto a ver diversos capítulos/entrevistas de Soft Focus de Ian Svenonius para Vice y tengo que decir que me han servido de absoluta motivación  para decidir qué preguntas realizarle a Adriano Galante. Con Adriano nos conocemos desde hace poco pero la conexión ha sido realmente genial, positiva y profunda. Su humor y energía pueden contribuir a hacerte que un día difícil se torne alegre, e incluso, depende de como, decisivo. Espero que después de estas preguntas no me envíe al baúl de los recuerdos.

TEXTO: KIKE BELA | FOTOGRAFÍAS: SILVIA TRILLO;  FEDE NIETO

El tema que nos lleva aquí es The Exploding Plastic Fest. Happening de improvisación entre músicos y artistas del movimiento – performance inconformistas de la ciudad de Barcelona principalmente. Este proyecto lo montamos un colectivo de músicos y coreógrafos – artistas del movimiento que queremos crecer creativamente a través de la exploración basada en el riesgo, la libertad y la improvisación. Hace un par de años vimos que no teníamos una posibilidad real para participar en los pocos proyectos que se desarrollan en esta línea de trabajo en la ciudad, y por ello, decidimos no esperar y montar un evento de este estilo nosotros mismos, lo que además nos ha permitido descubrir y conectarnos con otros artistas, muchos de ellos de generaciones más jóvenes que los que ya rondan en el circuito de improvisación experimental o jazz, un circuito a veces un poco endogámico.

Tanto Adriano Galante, por su cuenta, como Seward actuarán en esta 3a edición  del festival. Está claro que tenemos que hablar de la improvisación en la música, pero ya que se nos da la oportunidad, aprovecharemos para hablar de otros temas. Así que, una vez hecha la introducción, pasamos a las preguntas.

Tanto en solitario como con Seward hechas mano de la improvisación con cierta regularidad. ¿Qué te aporta la improvisación a la hora de crear música  y de conectar con otros músicos?

Absolutamente todo. La improvisación no es un ejercicio, ni una costumbre si quiera, tampoco una decisión propia o un estilo. Uno improvisa en cada paso que da en un escenario, en cada gesto a través de un instrumento, un cuerpo y un público. Esas coordenadas acaban siendo al mismo tiempo sonido y ese sonido se nutre segundo a segundo de todos y cada uno de los accidentes que se van sucediendo física y espiritualmente, incluso en las músicas más encorsetadas, frías y tímidas posibles. Entender esa naturalidad vital como un objeto de estudio y no como un todo está muy lejos de mis intenciones como creador.

En The Exploding vas a actuar cara a cara con bailarin@s – artistas del movimiento contemporáneo, ¿qué te gustaría que ocurriese por motivo de esta colaboración improvisada e interdisciplinar?

Mis primeros trabajos como músico nacieron de compañías de teatro aéreo y performance   de   gran   formato   donde   se   compartían   quehaceres   y  visiones contemporáneas. Tras comenzar mi carrera en esa escuela tan particular, con públicos ingentes por delante y actividad constante en países muy distintos, y tras 7 años de Seward trabajando en torno a estas ganas, estos objetivos y estas banderas; detesto que estos encuentros sirvan casi siempre como excusa para intercambiar disciplinas porque sí. ¿Por qué estar en un escenario con un bailarín tiene que obligarme a cederle mi instrumento y ponerme a bailar o viceversa? Lo que verdaderamente agradezco de colaboraciones interdisciplinares como esta es entender a las y los artistas con los que compartes escenario desde el lenguaje propio, el aprendizaje mutuo, que es respeto, diálogo y confrontación al mismo tiempo. En este sentido, como espectador me fascina que en un espectáculo, por ejemplo, estén ocurriendo a la vez muchas escenas aparentemente inconexas, simples o complejas, y que mirando fijamente a un solo punto intermedio entiendas lo que está pasando.

De alguna manera, cuando analizo vuestro trabajo con Seward, me parece que tenéis canciones con un aire lírico y a menudo pasional. Editáis discos con una lógica global por capítulos, y tenéis una puesta en escena y una estética ciertamente teatral. Me da la impresión de que de a nivel de proyecto global, Seward sois algo así como un proyecto de Opera, o quizás más concretamente, una Weird Rock Opera. ¿Estás de acuerdo? ¿Qué hay de ópera en lo vuestro?

Hay mucho, muchísimo, de música clásica, pero no tanto de ópera. Desde luego que no buscamos épica, ni dramatismo, ni mucho menos virtuosismo… Simplemente invitamos a las canciones a variar las dinámicas como si de una orquesta sinfónica se tratara y dejándonos afectar todo lo posible por los espacios sonoros y las condiciones acústicas donde tocamos. Desde lo más delicado, casi inaudible, hasta ruido blanco, rosa o todas las anteriores. Sí que existe un humor, un sarcasmo antiguo en muchos pasajes de los conciertos de Seward y en cada uno de nosotros  y en nuestra relación cuando nos movemos, nos reímos y bailamos mientras tocamos que podría recordar a algunos guiones de algunas óperas… Pero es un humor humilde, quizás llevado hasta el extremo en ocasiones para bajarle los humos a la ocasión o a la música en sí misma, pero sin escenografías costosas, vestuarios a medida o impostaciones jocosas de por medio.

Seward, en un concierto | Fotografía de Silvia Trillo

Con Seward, ¿os sentís embajadores de alguna cultura cuando salís a tocar al extranjero? ¿Grupos como el vuestro hacen una especie de evangelismo cultural?

Todos hemos tocado más fuera de España que en España desde que empezamos en la música, así que salir de gira, juntos o no, es más bien una constante necesaria. Nos sentimos parte de esas otras escenas de la misma manera que de esta.

He visto que usas guitarras matón y amplificadores vintage, Fender Excelsior por ejemplo, realmente específicos y difíciles de encontrar en el mercado. ¿Cuánto más raro mejor?

Tengo muy poco, poquísimo, de gear geek. Me aburre sobremanera hablar de plug- ins, pedales y demás armamento musical. El Fender Excelsior es un amplificador  de 2012 y que compré por barato. A Maton Gutiars llegué casi por error y ahí me planté. Me gusta llegar así a los instrumentos y/o pedales y exprimirlos al máximo sin saber muy bien para qué sirven o cómo deben tocarse, como me ocurrió con el banjo cuando lo toqué por primera vez en una tienda de Montreal, Canadá en 2008. Maton es una marca bastante famosa de guitarras acústicas cuyos abanderados  son Tommy Emmanuel, Colin Hay o John Butler. Incluso Josh Homme de Queens Of The Stone Age diseñó una eléctrica a su nombre para Maton, una marca australiana bastante accesible aunque no muy bien distribuida en España, que además ha tenido el detalle de compartir Seward entre sus fans cuando se lo hemos pedido.

En la introducción al documento con las letras de tus canciones se incluye lo siguiente: «una camisa llena de amor quiero hacerle a nuestro hijo para que todo lo que le rodee no sólo sea odio, tedio, miseria, mentiras, cadenas. Una camisa de amor musical, rebosante de notas de belleza. Una camisa llena de detalles insignificantes. Una camisa con nuestros brazos de amor. Una sonrisa eterna. E. G«  ¿Quien  es  E.G¿Por qué has incluido este texto a modo de introducción de las letras que te caracterizan en Seward?

Es mi padre, Enrique Galante (Algeciras, Cádiz, 1956-2006), orgulloso Factor de Circulación de Renfe y amante extremadamente introspectivo de Lole y Manuel, The Doors, Manolo Caracol, Pink Floyd y Pepe Marchena por partes iguales. Me encontré este texto hace tres años entre algunos documentos que guardaba mi madre, escritos durante los nueve meses de mi gestación, y me partió en dos de amor, de sorpresa y de agradecimiento. ¿Qué más se puede pedir de un poema escrito por un padre a un hijo antes de nacer?

Entre la difícil ecuación de decidir entre la experiencia irrepetible del  directo (y por tanto única y bonita por ser efímera) y la música grabada (y por tanto, potencialmente duradera y compartible atemporalmente), ¿qué valor le das a cada concepto?

Tenemos la capacidad de recordar las experiencias vividas de múltiples maneras y no creo que ninguna de ellas sea efímera. Más bien al revés: podemos recibir, dar y aprender mucho más de la participación, del cara a cara, del formar parte de algo, sea para bien o sea para mal, sea cultura o no. Estos tiempos de salarios  miserables, agendas imposibles y precios prohibitivos no nos lo permiten todo lo que deseamos y acabamos recurriendo a la vía fácil del online, la tienda de discos o similar. Somos perfectamente capaces de subvertir esos conceptos y valores  atados al arte desde tiempos inmemoriales y podemos conseguir que ambos formatos renueven y compartan responsabilidades.

¿Crees que escribes – creas mejor cuándo viajas? Si es que sí, ¿nos das algún ejemplo?

No necesariamente. Sí que estoy convencido de que tengo que estar en movimiento para decir, entender y hacer las cosas mejor, incluso cuando hablo con alguien. Cuando me preguntan si estoy nervioso antes de grabar un disco, emprender una gira, rodar un vídeo o salir a un escenario, siempre contesto que estoy nervioso sólo cuando no tengo que hacerlo.

Si partimos de la idea de que en Barcelona desde la óptica nacional e internacional, en los 90’s hubo un «sonido – escena de Barcelona» relacionado con el mestizaje de Macaco, Ojos de Brujo, Manu Chao, ¿por qué crees que ahora no se asocia a Barcelona con ninguna escena específica? ¿Hay posibilidades de que emerja una nueva escena?

Porque la ciudad, la industria musical y nuestro día a día han cambiado radicalmente. Cada vez vivimos vidas más parecidas sin importar el lugar y ya sabemos quiénes son los responsables: los poderes formales y su arma más  viciosa, internet. Vestimos con las mismas ropas, leemos los mismos medios, vemos las mismas series, reímos con los mismos GIFS, aprendemos las mismas canciones… Ad infinitum. Las nuevas escenas no surgirán o surgirán en los extremos, allí donde los códigos vitales no hayan sido invadidos todavía, donde la resistencia sea real y provoque expresiones no conocidas, quizás nacidas de nuevos horrores, antiguos enemigos mejor preparados. Pensar hoy en corrientes artísticas que conquisten de nuevo todas las costumbres y todos los hogares es un oasis en un desierto, un oasis que se construyó en una época determinada del S.XX, inspirado en una visión del éxito muy concreta que ahora poco tiene que ver hoy día con la música, la cultura y el arte. ¡Y menos mal! ¡Qué alivio!

¿Dime que te sugiere estas frase «Small groups inspire underrepresented minorities«? ¿Estás de acuerdo?

Me sugiere lloriqueo típico de artista desconocido, a colectivo lacrimoso de artistas enfadados, y me recuerda infinidad de tópicos a erradicar: no ser profeta en tu tierra, el artista incomprendido en su tiempo, la hoja en blanco y su sexta prima sufrida. Señoras, señores… búsquense un hotel. ¡Y a trabajar!

¿Crees que los creadores actuales inconformistas deberían tener rabia – enfado por falta de acceso -por ejemplo, más canales de difusión para llegar a más público o para poder cambiar un poco más el sistema actual-?

Un enfado tal sería un capricho sin más. ¿Por qué nos empeñamos en que esos cambios del sistema sean a través de la música? ¡Seamos más artesanos que artistas, por favor! ¿Por qué seguimos creyendo que sonar en todas las radios del mundo derrocará gobiernos y dará de comer a los que no pueden? Es una visión limitada de los poderes reales de la música y un tópico infantil de la industria cultural, caducado y manoseado. El sistema actual está ahí para cambiarlo y somos responsables de hacerlo pensando y actuando en común, sin dar un paso atrás.

¿Es necesaria la transgresión creativa ahora más que nunca?

¡No! El ahora más que nunca requiere honestidad, unión, reflexión, respeto, dedicación, comunidad… Como decía Atahualpa Yupanqui: “Tu crees que eres distinto porque te dicen poeta y tienes un mundo aparte más allá de las estrellas. De tanto mirar a la luna, ya nada sabes mirar. Eres como un pobre ciego que no sabe a dónde va. Vive junto con el pueblo, no lo mires desde afuera, que lo primero es ser hombre y lo segundo, poeta”.