Cada nuevo trabajo de Wind Atlas ha llevado consigo un proceso de cambio, una pica emocional que ha reforzado las hechuras de una de esas bandas a las que las costuras de los márgenes, la música que habita fuera de las líneas más predominantes de atención mediática, se le quedan pequeñas. Si en Lingua Ignota -disco del año en esta casa allá por 2015-, su anterior trabajo, Wind Atlas se las ingeniaba para explorar nuevos sonidos y salirse de las pinceladas dibujadas en el iniciático The Not Found y en el EP seminal Fen Fire – Ophelia – Inmost Eye es en An Edible Body cuando parecen haber concretado todo lo que poco a poco se ha ido generado a su alrededor, algo que valdría a su vez para los múltiples proyectos paralelos que han ido floreciendo entorno al núcleo duro del grupo, con propuestas tan llamativas como SDH, Todesfuge o Titan Arch. Wind Atlas se mantiene como piedra filosofal del colectivo y nos regalan aquí algunas de sus mejores canciones. Grabado en Nueva York con Sean Ragon a los mandos, temas como ‘Shedding light’ suponen una pica emocional en el grupo, tan cómodo en su nuevo formato en cuarteto como sólido en piezas como la muy bailable ‘Ruins’ o en ese rush final introducido por ‘Camino de la cruz’ remachado en pleno pico ascendente con la soberbia ‘En la cruz’ . Todo emoción.
An Edible Boy está editado por BFE, GH Records y Hidden Tracks y se presenta este sábado en Sala Apolo, junto a Una Bèstia Incontrolable, Helm y el dj set de Verushka Sirit. Más información en el evento Facebook del concierto.
Entrevista: R. IZQUIERDO | Fotografía de portada: CLARA ROMAN
Acabáis de lanzar vuestro tercer disco. ¿Lo consideráis el más importante, teniendo en cuenta el hecho de haber sido grabado en Nueva York, o de los cambios en la formación respecto a vuestro trabajo anterior?
No tanto por los factores que comentas sino por la propia dinámica del grupo. Cada nuevo disco lo hemos considerado lo más importante que hemos hecho y pensamos que el nuevo siempre ha sido mejor que el anterior, cada nuevo disco ha estado más cerca de lo que teníamos en mente. No somos un grupo muy nostálgico en este sentido, siempre tenemos la vista puesta en el siguiente paso.
La grabación en NY es de hecho una de las singularidades del disco. ¿Cuándo tomáis la decisión de ir allí a grabar?
La decisión la tomamos muchos meses antes de grabar el disco. Conocíamos a Sean Ragon desde hacía tiempo y nos parecía la persona ideal para grabar An Edible Body. Él no es un productor profesional en el sentido de que no se gana la vida con ello, pero todos los discos de Cult Of Youth los ha grabado él y conocíamos su trabajo con proyectos como Pharmakon o Vär. Hablamos con él y le gustó mucho la idea y nos invitó a su estudio. En realidad el único problema era económico y logístico pero, tras hablar con Sean, nos dimos cuenta de que era absolutamente factible así que no nos lo pensamos.
En la entrevista en Rockdelux que le concedisteis a Aïda Camprubí comentabais que al llegar os encontrasteis con una gran nevada, y que de hecho en el local de Sean hacía frío. No sé si aislaros de vuestro entorno más inmediato para grabar tuvo alguna incidencia en el sonido final, pero sí quería preguntaros de como llevasteis el estar tanto tiempo sin tocar.
El proceso de composición duró aproximadamente un año, tiempo en el que apenas tocamos, y luego hasta que salió el disco, se alargó medio año más. Fue extraño porque como banda estábamos sufriendo un gran cambio, viviendo un proceso muy inspirador, pero desde fuera parecía que apenas estábamos activos. Este aislamiento nos permitió tener tiempo para experimentar, descartar ideas, trabajar tranquilamente. Llegamos al estudio con las cosas bastante claras, lo que permitió que hubiese espacio para probar cosas y añadir algunos detalles. En este sentido, Sean fue clave para terminar de darle forma al disco,
Los vínculos con el productor Sean han sido constantes, ya sean a través de Cønjuntø Vacíø o de Wind Atlas mismo. ¿Cómo fueron las primeras conversaciones para esta colaboración?
Le escribimos para preguntarle sobre la posibilidad de trabajar juntos, él nos contestó que le encantaría y sencillamente intentamos cuadrar fechas. La verdad es que fue todo muy sencillo y dilatado en el tiempo.
En las notas de Burka, uno de los sellos que participa en la edición se apunta a que su labor cohesiona los cambios de registro que vamos encontrando en el disco. ¿Estáis de acuerdo?
Sí. Es un disco muy ecléctico, con canciones muy diferentes entre ellas, y él se encargó de que sonase como un todo.
Lo ‘industrial’ juega un papel de peso en vuestro nuevo sonido, algo que puede extrapolarse a CV. En la entrevista que comentábamos antes con Aïda salía de refilón la colección de cintas de Sean. Vosotros a través del sello y la tienda habéis editado o han pasado por vuestras manos infinidad de referencias en formato casete. ¿Qué os ha aportado este formato como oyentes?
El casete es un formato que nos encanta por infinidad de razones. La primera es que permite editar tiradas muy cortas y es ideal para bandas con un sonido experimental que no van a gustar al gran público. Así que este es el principal motivo: permite descubrir muchísimos proyectos interesantes y sellos desconocidos. Y es un formato muy ligado a la historia de la música industrial, el noise, el punk… músicas que forman parte de nuestra vida.
En cada disco han habido cambios de sonido: en las notas de Hidden se comentaba que el disco anterior era un nuevo punto de partida, algo que se repite aquí. ¿Veis ese continúo movimiento como una señal de identidad del grupo?
Siempre decimos que Wind Atlas para nosotros es un camino, más que una banda. Un camino artístico y extremamente ligado a nuestra vida personal más íntima. Así que sí, cada disco es como hacer un alto en el viaje y tomar una nueva dirección. Al final, ese alto en el camino, llega de una forma abrupta muchas veces, porque tienes una fecha límite que te has marcado para grabar, pero si hubiésemos grabado el disco 3 meses después, estamos seguros de que sería un disco bastante distinto.
Nos parecía interesante – y posiblemente la peor decisión a nivel comercial – empezar el disco con un tema casi a capella, tal como acababa nuestro anterior disco, Lingua Ignota. Establece un nexo con lo anterior y a la vez pone de manifiesto lo diferente del nuevo sonido, con esas interferencias, el rugido apagado del MS20 y la manipulación de la voz -en castellano- con cinta de casete
En ‘Desertor’, el tema con el que se abre el disco, la importancia de la voz es capital, algo que sucedía también en vuestra aportación para Mar y Montaña. ¿Fue una decisión premeditada que abriese el disco?
No. El orden de las canciones se decidió en los últimos días, mientras mezclábamos en NY. Nos parecía interesante – y posiblemente la peor decisión a nivel comercial – empezar el disco con un tema casi a capella, tal como acababa nuestro anterior disco, Lingua Ignota. Establece un nexo con lo anterior y a la vez pone de manifiesto lo diferente del nuevo sonido, con esas interferencias, el rugido apagado del MS20 y la manipulación de la voz -en castellano- con cinta de casete. Y la entrada de ‘Shedding Light’ justo después creo que deja ya claro que esta es otra historia completamente distinta.
Se explota para bien el uso del sinte, algo que coincide con la marcha de Iván. Una de las primeras canciones que escuché fue ‘Shedding light’. A nivel compositivo, ¿cuál fue la primera? ¿Marcó el camino a seguir?
La primera fue Herencia de Jade. Creo que es uno de los temas que guarda más similitudes con el disco anterior pero a la vez tiene una base con caja de ritmos que nos marcó un poco el camino a seguir, sí. Shedding Light fue de las últimas que compusimos.
‘Shedding light’ es de hecho uno de mis temas favoritos del álbum y creo que forma un muy buen inicio junto a ‘Ruins’, una de las canciones tal vez más bailables del disco gracias a esas pinceladas pop – post-punk que desprende. Este pequeño díptico ilustra bien esa capacidad de mutación, articulada después en la grabación. Quería aprovechar el hecho de que el tema sea uno de los más bailables para preguntaros precisamente por eso, la expresión del baile como un elemento comunicativo más en Wind Atlas, que se da también en SDH.
También es una de nuestras favoritas. Precisamente el hecho de empezar a hacer música bailable con SDH nos hizo relajarnos un poco, creo. Es un tipo de baile distinto de todos modos, comunica algo distinto. An ‘Edible Body’ nos parece un disco más afirmativo, más directo en algún sentido, que los dos discos anteriores, que miraban más hacia dentro. Y creo que esto se traslada también a los directos, donde lo que transmite la banda es mas carnal, más físico, y los elementos bailables expresan también esta idea.
No sé si en esa línea estaría también ‘Herencia de Jade’. No sé si en el proceso de búsqueda y exploración de nuevos sonidos trabajasteis los cuatro, o si se empezó a través de maquetas más caseras. ¿Qué podéis contarnos del proceso de exploración hasta llegar al sonido de An Edible Body
Trabajamos los cuatro. No tenemos una manera única de componer. A veces, como en el caso de Herencia de Jade, nos ponemos a tocar encima de una base y la canción va tomando forma. A veces sale de una idea trabajada en casa. Eso hace también que el disco sea tan heterogéneo. En el caso que comentas de Herencia de Jade, nos pusimos a tocar en el local sin que ninguno de nosotros supiese de antemano qué hacer y grabamos lo que salió. En la primera toma que hicimos estaban ya todos los elementos de la canción. Fue un infierno porque nos gustaba tanto esa toma que tuvimos que intentar copiar lo que había salido de forma espontánea y nos costó mucho reproducir lo que habíamos hecho.
Cambio de registro para adentrarme en ‘En la cruz’. A lo largo del disco hay varios referentes literarios, como Leopoldo María Panero o Clarice Lispector, ésta en ‘To Clarice’, además de San Juan de la Cruz, claro. No sé si tiene que ver con la formación literaria de Andrea pero quería preguntaros por esas conexiones literarias y en la importancia de buscar referentes o conexiones con otras disciplinas artisticas.
En realidad no es que busque de manera consciente referencias en otras disciplinas artísticas. Simplemente leo, escucho y veo cosas y algunas me afectan muchísimo, como fue en su día la poesía y la figura heterodoxa de San Juan de la Cruz o Leopoldo María Panero, y como me ha pasado más tarde con Clarice Lispector, una de las escritoras que más me ha transformado en los últimos años y que más me ha hecho cuestionar todo mi sistema de creencias, sobre todo, todo lo relacionado con el lenguaje, la incapacidad de decir, lo estático, la intuición de la nada. Yo, sin darme cuenta, tenía algunas cosas muy fijadas en mi manera de entender todo eso, y Clarice Lispector me ha generado preguntas que me han abierto nuevos horizontes mentales y artísticos. Esta influencia tiene un peso muy importante en An edible body, no solamente en To Clarice, sino en todo lo relativo al lenguaje, mi propio cuerpo y mi experiencia artística.
Y una doble pregunta para acabar. Estos últimos meses prácticamente todos vosotros habéis formado parte de otros proyectos, lo que se une a vuestra actividad como colectivo. Respecto a los primeros conciertos a dúo de Wind Atlas, ¿imaginasteis un universo creativo tan amplío?
Siempre hemos sido personas muy activas artísticamente, cada uno con sus proyectos, sus maneras y sus ritmos distintos. No creo que eso vaya a cambiar. Creo que los cuatro sentimos que es nuestro mejor momento como banda, estamos orgullosos de lo que tenemos y muy felices por poder compartirlo. Estamos ya trabajando en cosas nuevas que nos plantean otros retos, otros caminos. Por suerte, hace cinco años no imaginábamos un disco como ‘An Edible Body’, y no podemos ni imaginar qué haremos dentro de otros cinco. Esa pregunta es la que te empuja hacia lo desconocido.
Escucha ‘An Edibe Body’, lo nuevo de Wind Atlas, en Bandcamp: